El 2019 fue un año de récords para el sector turístico de Colombia. Nadie pudo imaginarse que el 2020 traería una pandemia que golpearía tan severamente a esta industria.
El año pasado, de acuerdo a las cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT), el país rompió el registro del número de visitantes no residentes con 4,51 millones, así como la ocupación hotelera en 57,8 por ciento.
Mientras los ingresos de los hoteles aumentaron en un 10,6 por ciento, Colombia crecía seis puntos porcentuales por encima de América Latina.
Con este ritmo dinámico de crecimiento, la cadena turística del país recibió el choque de la pandemia del coronavirus. Los aeropuertos cerraron, los aviones quedaron en los hangares, los turistas encerrados en sus casas y los hoteles sin huéspedes que atender.
Los datos del Dane reflejan la dramática situación que la industria sin chimeneas ha experimentado en estos seis meses de lucha contra la covid-19. Situación que se vivió y se sigue sufriendo en el turismo a nivel mundial.
Mientras en febrero de 2020, a un mes del inicio de la cuarentena, la Encuesta Mensual de Alojamiento registró una ocupación nacional del 50,6 por ciento, en abril había caído al 8,7 por ciento. En la medición de julio este indicador había mejorado con las aperturas, pero no mucho: 14,1 por ciento.
De acuerdo al Dane, en julio pasado los ingresos de los hoteles a nivel nacional se habían desplomado en un 92, 3 por ciento, el personal en 42 por ciento y los salarios en 35 por ciento. Como era de esperarse, poderosos destinos turísticos colombianos registraron las caídas más duras en ocupación: 98,5 por ciento en Cartagena y 100 por ciento en la isla de San Andrés.
Una de las caras más dolorosas de este brutal impacto a la industria turística se refleja en los datos de desempleo. En el sector de alojamiento y servicios de comidas se han perdido 636 mil de los 4,1 millones de puestos de trabajos que fueron destruidos durante julio pasado -3,1 de los 19,2 por ciento de la tasa nacional-.
Recientes decisiones han despertado el optimismo para esta industria tan clave en la generación de empleo y con tanto dinamismo y potencial en la economía colombiana. La llamada ‘nueva normalidad’ ha implicado la reapertura de restaurantes y centros comerciales, así como el retorno de los vuelos nacionales e internacionales.
Por otro lado, el Gobierno Nacional radicó en el Congreso de la República un proyecto de ley para actualizar las normas generales del turismo en el país. Los tres pilares de la iniciativa -sostenibilidad, formalización y recuperación económica- no solo son necesarios para modernizar la actividad, sino también para regularizar el ecoturismo, las plataformas electrónicas y otros servicios.
Dado que el proyecto contempla incentivos tributarios, es perentorio que el Legislativo apruebe rápidamente esta nueva normatividad. No obstante, una nueva ley no es la fórmula mágica para levantar un sector tan impactado. Como lo afirma María Claudia Lacouture, exministra y experta en turismo sostenible, el sector “necesita soluciones urgentes, pero concretas, no a cuentagotas, sino con determinación y sin maquillajes”.
Soluciones orientadas, por ejemplo, a resolver problemas tanto en la oferta como en la demanda turística. Los protocolos sanitarios y el distanciamiento social son claves en los distintos eslabones de la cadena, así como la preferencia por viajes más cercanos o destinos más naturales y menos aglomerados.
Tanto el miedo como el golpe en los ingresos impactarán el ánimo viajero. Pero el turismo de la nueva normalidad requiere del compromiso y la confianza del Gobierno, empresas del sector, prestadores y todos los colombianos.