SÁBADO, 09 DE DICIEMBRE DE 2023

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Ricardo Ávila
Editorial

‘El que la hace, la paga’

La desesperada situación de la economía de Argentina sirve para demostrar que hay menor tolerancia a los desequilibrios en los países emergentes. 

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

Si de acciones desesperadas se trata, la que tomó este jueves el Banco Central de Argentina encabeza la lista. Ante el derrumbe del peso en el mercado cambiario, la entidad subió la tasa de interés de los fondos que presta del 45 al 60 por ciento anual, un nivel que no tiene parangón en el mundo. La medida logró reversar parcialmente una depreciación de la moneda frente al dólar, que se acercó al 20 por ciento en la jornada, para cerrar en un más modesto 13 por ciento.

Lo sucedido fue suficiente para sacudir a los mercados internacionales. Prácticamente, en todas las latitudes se sintió el coletazo, comenzando por América Latina. Incluso el peso colombiano perdió terreno, a pesar de que el petróleo retomó su senda ascendente y el barril de la calidad Brent superó los 77 dólares, casi 50 por ciento más que la cotización de hace un año.

Las enormes dificultades que enfrenta la tercera economía más grande de la región han sorprendido a los analistas. Es verdad que las luces de alerta se habían encendido unos meses atrás por cuenta de una inflación difícil de poner en cintura y un déficit fiscal con tendencia a aumentar.

No obstante, cuando a finales del primer semestre el gobierno de Mauricio Macri acordó con el Fondo Monetario Internacional un fuerte programa de ajuste a cambio de un paquete de ayuda por 50.000 millones de dólares, parecía que se había encendido una luz al final del túnel. A pesar de las protestas populares en respuesta a las políticas de austeridad, la expectativa era que las cosas volverían a su curso y los inversionistas recuperarían la calma.

Lamentablemente, ese no ha sido el caso. Parte de la culpa les corresponde a los propios funcionarios argentinos que dejaron entrever que algunas de las metas establecidas serían incumplidas. Pero la mayor parte de la responsabilidad es atribuible a la Casa Rosada que, el lunes en la noche, difundió un mensaje a través de las redes sociales que sonó como un pedido de auxilio desesperado, para que el FMI acelere los desembolsos pendientes después de haber entregado 15.000 millones de dólares.

Aunque las necesidades de recursos de Argentina son grandes –82.000 millones de dólares de aquí hasta finales del 2019–, los conocedores señalan que cuando se hacen las debidas sumas y restas, lo que falta por conseguir es una cantidad mucho menor. En condiciones normales, reemplazar la deuda que se vence por otra nueva no debería representar mayor dificultad.

Sin embargo, existe una inmensa falta de confianza en Macri y su equipo. Y en un país en el cual ha sido tradicional que empresas y personas compren dólares en tiempos de dificultades, se crea un círculo vicioso difícil de romper. Debido a ello, la devaluación del peso argentino se acerca al 100 por ciento en lo que va del 2018, algo que puede parecerles maravilloso a los turistas, pero que alimenta la espiral inflacionaria y encarece el servicio de la deuda pública, aparte de golpear duramente al sector privado que tiene acreencias en divisas.

Salir de la encrucijada no será fácil en una nación en la cual la temperatura política también es alta. Pero más allá de la solución que se encuentre, lo ocurrido hasta ahora deja lecciones que no deberían ser ignoradas en un buen número de capitales.

La primera es que las condiciones financieras en el mundo están cambiando. Si en la época del dinero abundante y barato había tolerancia ante ciertos desequilibrios, ese no es el caso ahora. La buena salud de la economía estadounidense y las mayores tasas de interés en ese país han alterado el balance de riesgos en favor de esta última.

Por lo tanto, la tolerancia a los errores es menor y los castigos son mayores. Colombia, que se ha comprometido con mantener la casa en orden, debería tomar notar. Como reza la frase de Iván Duque, “el que la hace, la paga”.

Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto

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