El creciente desempleo es hoy el desafío más urgente para la política económica del gobierno Duque. El Dane reveló este lunes una tasa de desempleo de 10,8 por ciento para el mes de agosto, un aumento de 1,6 por ciento en comparación con agosto de 2018.
El deterioro que muestran las estadísticas del mercado laboral en Colombia son graves por donde se las mire. Por 13 meses consecutivos el desempleo ha subido con respecto a la medición del año anterior.
Si bien esta tendencia al alza ya se había registrado desde el final del gobierno pasado, la administración Duque no ha tenido un solo mes en que el desempleo haya disminuido.
Una mirada más detallada a las estadísticas del Dane muestra que este es el peor agosto desde 2010 y que 391 mil colombianos perdieron su trabajo. El número de ocupados se redujo en 562 mil en el total nacional y el de desempleados llegó a los 2,6 millones de compatriotas.
El aparato productivo nacional no se detiene en este peligroso proceso de destrucción de puestos de trabajo. Preocupan igualmente los guarismos de caída de empleo en la industria manufacturera- 288 mil- y agricultura- 281 mil.
El deterioro generalizado está lamentablemente golpeando a los más vulnerables con más severidad. El desempleo tiene cara de mujer, joven y de habitante de los pequeños municipios y las zonas rurales.
Mientras en los hombres la tasa subió 0,7 por ciento, el desempleo femenino está en 14,4 por ciento, casi tres puntos porcentuales más. La desocupación dentro de la juventud entre 14 y 28 años llegó al 17,7 por ciento.
Este alarmante panorama del mercado laboral contrasta con otras cifras que generan más optimismo en la economía como el crecimiento del PIB. Las perspectivas colombianas se destacan hoy dentro de un entorno regional sombrío.
Sin embargo, la disparada del desempleo empaña la narrativa económica positiva que el gobierno ha venido recientemente reforzando. Hace poco menos de dos meses, la Casa de Nariño anunció 12 “pactos por el crecimiento y la generación de empleo” que crearían más de 860 mil puestos en los próximos tres años. Nada más lejano de la realidad laboral de hoy.
Aunque la ley de financiamiento, junto a otras medidas, han sido diseñadas para crear los incentivos necesarios para generar empleo, claramente no están produciendo los resultados necesarios.
La reactivación económica es hoy una realidad en la mayoría de sectores productivos, pero esto no se ha podido traducir en la generación de empleo. La creación de puestos de trabajo estables, formales y dignos es una de las avenidas para que el dinamismo de una economía se convierta en equidad.
Colombia crece hoy pero la avenida del empleo está bloqueada. El peor escenario para la política económica de Duque sería el de bonanza para las empresas y poco empleo para los demás.
Lo más grave es que no se percibe que el Ejecutivo tenga una hoja de ruta clara para enfrentar esta tragedia social de los desempleados. La agenda económica del gobierno privilegia otros temas, también estratégicos, como la promoción del emprendimiento y la disminución de trámites.
Sin dejar de lado estas políticas, la agenda social y económica para el segundo año de la administración Duque debe recomponer sus prioridades. Una estrategia de reducción del desempleo debe discutirse y desplegarse de manera urgente y de la mano del sector privado, expertos académicos y demás actores sociales.
A la necesaria discusión de las reformas estructurales pendientes hay que sumarle un plan de choque que intente frenar la hemorragia de puestos de trabajo. Si bien las acciones del Gobierno tienen sus limitaciones, el presidente Duque y su equipo económico deben sintonizarse con la creciente angustia que hoy viven cientos de miles de hogares colombianos.
Francisco Miranda Hamburger
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@pachomiranda