MIÉRCOLES, 06 DE DICIEMBRE DE 2023

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Ricardo Ávila

El factor Bogotá

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

No ha pasado todavía una semana desde cuando Enrique Peñalosa fuera elegido alcalde de Bogotá y la expectativa que existe en torno a su gestión va en franco aumento. Así lo revelan las opiniones de los ciudadanos de a pie, que esperan mejoras inmediatas en la calidad de vida en la ciudad. La lista de temas es enorme y va desde la movilidad hasta la defensa del espacio público, pasando por el de la seguridad, que encabeza la lista de inquietudes.

También en el sector empresarial hay esperanzas de que se aplique rápido aquello del borrón y cuenta nueva. Muchos anhelan no solo que termine la hostilidad, a veces velada y otras abierta, en contra del sector privado, sino que se fijen reglas de juego claras para que desaparezca el limbo por cuenta del cual millonarias inversiones se encuentran en el congelador.

El tema es clave para el Distrito, cuya situación financiera viene empeorando a pasos agigantados. La incompetencia de la administración de Gustavo Petro no solo se expresa en la larga lista de proyectos inconclusos, sino en el aumento de gastos administrativos y costos recurrentes que será un dolor de cabeza desmontar. El superávit en las cuentas de la capital, que fue la constante durante años, acabó siendo reemplazado por un déficit de marca mayor que corre el peligro de volverse insostenible.

Esa realidad limitará el margen de acción del nuevo inquilino del Palacio Liévano, por lo menos en cuanto a disponibilidad de recursos. No menos desafiante será meterle mano a la burocracia municipal, que estará tentada a convertirse en un palo en la rueda de un gobierno que no enarbolará las banderas de la izquierda.

Debido a ello, el motor que debería impulsar la generación de empleo y las mejoras en competitividad requeridas es el de la actividad privada. Las posibilidades más interesantes están en el segmento de la construcción, que incluye tanto al ramo edificador como de desarrollo de la infraestructura.

En lo que atañe al primero, son incontables las iniciativas que se encuentran paralizadas a la espera de una luz verde que nunca llega. Desatrasar los permisos pendientes es una obligación, sobre todo cuando se tiene en cuenta que el déficit de vivienda va en aumento, debido a restricciones en la oferta.

No menos importante es impulsar los planes de renovación urbana. Un ejemplo es el área que incluye el Centro Administrativo Nacional, que reúne a la mayoría de los ministerios, para la cual está diseñada la hoja de ruta. De concretar lo pensado, se lograría la transformación de cerca de 100 hectáreas, con mayor disponibilidad de oficinas, apartamentos y zonas verdes.

También es enorme lo que puede pasar en materia vial. Durante la campaña, la Vicepresidencia de la República les entregó a los candidatos un reporte con 21 proyectos que comprenden tanto las entradas y salidas de la capital como autopistas, incluyendo la tan esperada ALO. Es de imaginar que no todas las propuestas sortearán los filtros, pero el mensaje es que hay muchas cartas sobre la mesa.

Y la ventaja es que el esquema que funcionaría para la mayoría es el de Asociaciones Público Privadas, que no exigirían recursos públicos. En otras palabras, la ciudad recibiría una descomunal inyección de dinero, sin contar los 14 billones de pesos que cuesta el proyecto del metro y que también dinamizaría la inversión.

Todos esos elementos llevan a pensar que el Distrito tiene cómo volverse un elemento clave para la reactivación de la economía nacional, en la que tiene un peso del 30 por ciento. A eso hay que agregarle el posible cambio en la actitud de los bogotanos, que viven en el epicentro del pesimismo en Colombia. Una mirada más positiva influirá favorablemente sobre el consumo y el apetito de invertir, con posibilidad de contagiarse a otras regiones. Por esa razón, la responsabilidad de Peñalosa es grande, pues al factor Bogotá hay que tenerlo en cuenta.

Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
Twitter: @ravilapinto
 

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