Mientras el país atraviesa una etapa crítica de la pandemia en materia de contagios y fallecidos, no parece ser el mejor momento para hablar de reaperturas adicionales.
No obstante, la discusión del futuro del transporte aéreo y terrestre es pertinente en cualquier ruta de reactivación de la economía colombiana, tanto para el segundo semestre de este año como para el entrante.
Los vuelos comerciales y las flotas intermunicipales constituyen sin duda sectores que hacen parte de l bloque de los ‘primeros en cerrar y los últimos en abrir’. No solo por las recomendaciones de distanciamiento social, sino también por las restricciones de movilidad.
Flotas de aviones en los hangares de los aeropuertos y de buses en las terminales urbanas han estado parqueadas por cuatro meses, con graves consecuencias económicas.
Los impactos financieros de la pandemia de la covid-19 en el sector de las aerolíneas son multimillonarios. De acuerdo a la Iata -asociación internacional que las agremia- el transporte aéreo de pasajeros de América Latina y el Caribe perdería este año unos cuatro mil millones de dólares.
Las dos empresas aéreas líderes en los aires colombianos -Avianca y Latam- enfrentan sendos procesos de reorganización en cortes de los Estados Unidos. Si bien la semana pasada despegaron los primeros vuelos comerciales en Colombia en cuatro meses, más rutas aéreas deben ser autorizadas en los próximos meses.
La situación económica de las flotas en tierra también está crítica. Prácticamente todas las 536 empresas de transporte terrestre, debidamente autorizadas y registradas ante el Ministerio de Transporte, enfrentan hoy riesgo de liquidación.
Más de 76 mil conductores en 41 mil vehículos que conectan las 41 ciudades del país con terminales de transporte se suman a los empleos en dificultades por la parálisis de los aeropuertos.
Al igual que sus contrapartes aéreas, las empresas de transporte intermunicipal necesitan que las autoridades locales del origen y destino de las rutas se pongan de acuerdo para permitirles operar. Luego, alcaldes solicitan al Gobierno Nacional el arranque de los tan esperados pilotos.
Tanto los protocolos de bioseguridad -que contemplan higiene y distanciamiento social- como la posibilidad de reabrir en municipios sin covid-19 o bajo covid están ya definidos. Restan la voluntad política y la difícil coordinación de todos los mandatarios en una ruta específica.
De hecho, mientras se da la luz verde para las rutas, la piratería se toma el transporte terrestre en las carreteras del país, según denuncias de los empresarios.
Es innegable que operar un vuelo comercial desde un aeropuerto, o una flota intermunicipal desde una terminal urbana, conlleva un grado de riesgo y de exposición a la enfermedad. También, en el caso de los buses, implicará alzas en las tarifas ante los sobrecostos sanitariosy los límites a los aforos.
Pero la realidad de aprender a ‘convivir’ con el coronavirus también requiere agilizar el retorno a las operaciones, con gradualidad y los protocolos de biosegurdad, tanto de aeropuertos como de terminales de transporte terrestre.
La crisis sanitaria que hoy azota Bogotá, principal centro del transporte aéreo y terrestre del país, impide por ahora que regresen los vuelos comerciales y las flotas. Sin embargo, el esfuerzo debería concentrarse en la aprobación de rutas piloto entre municipios no covid-19 o con baja incidencia del virus, así como en el estricto cumplimiento de las medidas de higiene y de distanciamiento.
La reanudación de las operaciones, así sea gradual y literalmente a pérdida del transporte terrestre y aéreo, es crucial para la reactivación de la economía y jalona a otros sectores como turismo y alojamientos.