La combinación de la pandemia del coronavirus con la parálisis económica generada por las medidas sanitarias para enfrentarla ha generado unas presiones sin precedentes sobre el gasto y las finanzas públicas.
Desde antes de la llegada oficial de la covid-19 al país, el Gobierno Nacional ha venido gastando en un amplio abanico de rubros tanto para preparar el sistema de salud ante la pandemia, como para mitigar sus devastadores efectos económicos.
Enfrentar esta doble crisis sanitaria y económica está demandando no solo del gobierno colombiano sino de muchos gobiernos del mundo unos ingentes esfuerzos en materia fiscal para la protección de la salud y el salvamento del aparato productivo.
A los costos de adecuar la red hospitalaria, las pruebas de diagnóstico, los tratamientos a los contagiados, la detección y rastreo, los equipos de protección, la pedagogía ciudadana sobre los síntomas y la prevención y otros rubros sanitarios, se suman las billonarias transferencias directas a los más pobres, informales y vulnerables, y las facilidades tributarias y de servicios públicos.
Tras tocar fondo en abril, el primer mes de la cuarentena, la economía nacional ha empezado a recibir inyecciones de recursos públicos sin antecedentes. De las arcas estatales están hoy saliendo subsidios a las empresas de todos los tamaños para el pago de la nómina y de la prima de servicios de junio.
Sumado al monto inicial de unos 30 billones de pesos del paquete de estímulo fiscal -unos 3 puntos del PIB-, están otros 30 billones destinados al respaldo de los créditos del Fondo Nacional de Garantías a las empresas para aliviar las dificultades de liquidez.
Y la lista de montos y rubros que el Gobierno Nacional y los gobiernos locales están gastando en la lucha contra el coronavirus sigue. Los colombianos estamos presenciando al Estado metiéndose la mano al dril y girando efectivo como pocas veces se había visto antes.
Esa doble naturaleza de la crisis actual justifica esta reacción, que aumentará la deuda pública en más de diez puntos del PIB en 2020 para superar el 60 por ciento, de acuerdo a cálculos de Corficolombiana.
El Comité Consultivo de la Regla Fiscal le dio vía libre a un déficit del 6,1 por ciento ante la urgencia de gasto de la pandemia, la caída del recaudo y la contracción económica de más de 5 puntos del PIB. Incluso, expertos estiman que podría alcanzar hasta el 6,8 por ciento.
Queda claro que no se deben escatimar esfuerzos fiscales para que Colombia pueda superar la crisis del coronavirus, minimizando tanto el costo en vidas y salud como en la economía, empleo y empresas.
No obstante, con un nivel de endeudamiento de más de 50 por ciento del PIB al finalizar 2019 y otras preocupaciones fiscales, el margen de maniobra con el que el Gobierno llegó a la pandemia no es muy amplio.
Como dice el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, “estamos pidiendo prestado a la lata”. Además, de acuerdo al presidente Iván Duque, es “absurdo” hablar de más impuestos en medio de la debacle económica de 2020.
Por ende, el camino tanto de las autoridades económicas como del presidente Duque para suavizar ese descuadre de las cuentas públicas es una recuperación económica en forma de V que lleve el PIB de Colombia a más del 3 por ciento en 2021.
Ese mismo rebote constituye la esperanza del Gobierno para enfrentar una tasa de desempleo que podría alcanzar el 20 por ciento al final de este año. En otras palabras, la deuda y el desempleo de hoy serían asumidos por el crecimiento económico del futuro, que debería empezar en el segundo semestre. Otra razón adicional para acelerar los ritmos irregulares de la reactivación sectorial.
Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda