Este fin de semana Gustavo Petro cumple los primeros 100 días como primer presidente de izquierda de Colombia. Elegido con el mandato de implementar drásticos cambios desde la Casa de Nariño en múltiples frentes desde la economía hasta la salud y el medio ambiente pasando por las relaciones exteriores, el jefe de Estado y su administración han protagonizado un arranque complejo y complicado, al menos en el frente económico.
Desde su origen estadounidense con Franklin Delano Roosevelt, los 100 días iniciales de un gobierno constituyen una marca, arbitraria pero útil, para tanto evaluar la agenda y las prioridades de la naciente gestión como para establecer los estilos y los tonos presidenciales. Este es un período corto en el que los mandatarios y sus gabinetes ministeriales definen énfasis, marcan rumbos y metas de política pública y pulen estrategias de comunicación.
De los 77 “hitos”, escogidos por la Presidencia de la República para resaltar en estos 100 días, 21 integran la llamada “Justicia Económica” y uno es el más destacado: la aprobación de la reforma tributaria. Este logro, económico y también político, aseguró valiosos recursos para cumplir con las altas expectativas sociales, pero, al mismo tiempo, impuso excesivas cargas impositivas sobre los empresarios colombianos.
No se pueden desconocer decisiones iniciales audaces como la reapertura de la frontera y restablecimiento de las relaciones con Venezuela, así como el acuerdo de compra de tierras con Fedegán y el Pacto por la Justicia Tarifaria a la energía. No obstante, estas tres medidas son buenos ejemplos para mostrar las complejidades de la implementación tras los anuncios. A la frontera le falta velocidad, a las tierras, recursos y detalles del proceso, y a las tarifas, contundencia y manejo de expectativas.
Una de las prioridades que el presidente Petro ha esgrimido en estos primeros 100 días es la política para luchar contra el cambio climático, que contempla un freno a la exploración de los hidrocarburos. La Casa de Nariño ha desplegado un ataque frontal al futuro de la producción de petróleo en Colombia, generando incertidumbre sobre uno de los principales sectores económicos del país y sobre la sostenibilidad fiscal. Si bien los ministros siguen enviando mensajes cruzados sobre el compromiso de exportar más crudo, los mercados escuchan con más claridad las diatribas presidenciales.
Otro objetivo del corte de cuentas de los 100 días se refiere a estilos del mandatario y su administración. En medio de llamados al diálogo social y a la ‘paz total’, el presidente Petro ha desplegado un tono confrontacional con los empresarios y los gremios. El jefe del Ejecutivo ha expresado tanto su rechazo a los mercados y sus beneficios como mecanismos de cooperación y coordinación, como su preferencia por la intervención estatal. Lo más probable es que estas posturas se manifiesten en las reformas como la de salud, laboral y de educación que se diseñarán en los próximos 100 días.
Este período inicial de la administración Petro han estado marcado, desde la economía, por una creciente preocupación de los hogares colombianos por los asuntos de la ‘mesa del comedor’ como la inflación disparada y el desempleo. El Gobierno Nacional goza aún de mucho capital político; sin embargo, el deterioro del entorno económico de los hogares y de las empresas nubla el impacto de un ‘cambio’ con complicaciones, difícil de focalizar y aún con el reto de materializarse.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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