Ayer los representantes de los cultivadores de café, convocados en su congreso nacional extraordinario, eligieron a Germán Bahamón como nuevo gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC).
Esta escogencia, que cumplió con un proceso interno que tuvo el acompañamiento del Ministerio de Hacienda y del Gobierno Nacional, ha sido duramente criticada por el presidente de la República, Gustavo Petro.
En la antesala del evento, el primer mandatario invitó por medio de un trino a los caficultores a posponer la designación del nuevo ‘zar del café’ hasta que el entrante ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, tomara posesión del cargo.
Esta solicitud presidencial, a todas luces inconveniente, no fue atendida por los cafeteros que concluyeron el proceso de selección de su gerencia. Desafortunadamente, esta no es la primera vez que el Presidente busca influir en uno de los gremios más importantes de la economía agrícola.
El anterior gerente de la Federación, Roberto Vélez, afirmó en diciembre pasado que daba un paso al costado porque “me llamaron del Palacio de Nariño y me dijeron que el presidente quería que empezara la elección de un nuevo gerente”. También hubo comentarios del Gobierno con respecto a la conformación de la terna para el sucesor y ahora la petición de posponer la crucial decisión.
Tras conocerse que los caficultores habían desoído el llamado presidencial, el mandatario trinó nuevamente en su cuenta de Twitter contra el gremio: “Este es el nuevo presidente de la Federación Nacional de Cafeteros. Pensé que era el tiempo del diálogo y la construcción común. Dialogaré con sus organizaciones de base regionales”, publicó al hacer referencia a trinos antiguos del nuevo gerente de Fedecafé en su contra.
Así se ha configurado una disputa de corte político entre la Casa de Nariño y la Federación de Cafeteros, cuyas perjudicadas son las más de 540 mil familias en 22 departamentos del país, dedicadas al cultivo del grano.
Se equivoca el Presidente tanto al intentar influir abiertamente en las decisiones libres de un gremio privado como al rechazar públicamente la escogencia de la nueva cabeza de los caficultores. El Gobierno contó con múltiples instancias para dar su opinión al conocer este proceso de selección y debe procurar sostener las estrechas relaciones con la actividad cafetera, por su peso dentro del agro y por su innegable impacto en el desarrollo regional.
El recién escogido gerente de la Federación está asimismo compelido a restablecer la confianza con el Ejecutivo y necesita aprovechar todos los espacios posibles para demostrar el compromiso expresado en sus primeras declaraciones de trabajar en conjunto. El peor desenlace de esta pelea pública sería el escalamiento revanchista por parte del Gobierno o la búsqueda política de deslegitimar o debilitar la libre selección del gremio cafetero.
Los caficultores necesitan hoy que su nuevo liderazgo pueda dedicar toda su atención a los retos que enfrenta el cultivo, comercialización y exportación del grano. Desafíos como la renovación de los cafetales, el mejoramiento de la producción -que tuvo una caída de más del 10% el año pasado-, el desempeño de precios ante escenarios de cosecha positiva para Brasil, el despliegue de herramientas financieras y técnicas de mejor calidad para los cultivadores, la problemática de las negociaciones de café a futuro, entre otros, integran una compleja agenda gremial.
Este pulso no debe descarrilar el trabajo público-privado en pro de las familias y regiones caficultoras.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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