Neutral. Esa expresión proveniente de la mayoría de los analistas que le toman el pulso a Ecopetrol, resume las reacciones tras conocerse los resultados de la empresa, con cierre al primer trimestre del 2019. De acuerdo con el comunicado emitido, la compañía logró aumentar sus ventas en casi 9 por ciento y sus utilidades en 5 por ciento, frente al mismo periodo del año pasado, a pesar de que el precio de los hidrocarburos en los mercados internacionales experimentó una reducción.
La respuesta del título de la petrolera en la bolsa, sugiere que los inversionistas asumieron las cosas con tranquilidad. Después de una caída el martes, ayer los papeles de la firma reaccionaron y volvieron a ubicarse cerca del nivel simbólico de 3.000 pesos por acción. Desde el primero de enero, la valorización ha sido superior al 12 por ciento, que no es un guarismo menor.
Una mirada a los diferentes segmentos de la operación lleva a la conclusión de que lo sucedido entre enero y marzo tuvo más de rutinario que de extraordinario. Es verdad que un mantenimiento programado en la refinería de Barrancabermeja afectó los resultados de esa área, pero lo ocurrido forma parte del ciclo usual del negocio. A su vez, los ataques terroristas en contra de la infraestructura de oleoductos volvieron a ser un dolor de cabeza. No obstante, se pudo transportar más crudo y minimizar el impacto de las voladuras.
El aumento en la producción cayó bien, pues se situó en la parte alta de los escenarios utilizados en un comienzo. Aparte de factores de volatilidad que no están bajo el control de la administración, podría decirse que todo estuvo dentro de lo planificado, incluyendo una mejora adicional en las eficiencias operativas.
Quizás por ello es válido afirmar que el saldo más importante de este comienzo del año está relacionado con la confianza que inspira entre los observadores externos el cumplir con lo dicho. Ese no es despreciable, sobre todo cuando se tiene en cuenta la reciente actualización del plan de negocio hasta el 2021, que es percibido como factible.
Todo lo anterior es una buena noticia para la Nación. A fin de cuentas, Ecopetrol es el principal contribuyente al momento de cancelar el impuesto de renta, más allá de que ahora se beneficie de una tarifa menor a causa de lo establecido en la Ley de Financiamiento, aprobada en diciembre. Adicionalmente, si los márgenes se mantienen, es previsible que los dividendos el año que viene serán similares a los 225 por acción, que empezaron a ser pagados a finales de abril.
El resultado final, claro está, es imposible de definir con plena certeza. Aparte del bombeo de crudo y otras variables, se encuentra el imponderable de las cotizaciones que se mueven al vaivén de la oferta y las tensiones internacionales. Desde el alza en la producción en Estados Unidos por cuenta del uso de técnicas no convencionales, hasta las políticas adoptadas por la Opep o la realidad de Venezuela. Eso, aparte de las inquietudes en torno a la guerra comercial declarada por Trump a China.
Además, hay que incluir la incógnita de la tasa de cambio. En el primer trimestre, por ejemplo, el aumento en el precio del dólar dio lugar a un alza de 1,2 billones de pesos en los ingresos totales.
La relativa calma en los diferentes frentes –más allá de las urgencias del día a día– debería permitirle a la compañía concentrarse con más ahínco en su escenario de mediano y largo plazo. Este pasa por incrementar de manera sustancial sus reservas existentes, que siguen siendo modestas.
La exploración en el litoral Caribe y los proyectos pilotos que usen el controvertido fracking, son cruciales para lo que pase en la década que viene. Progresos en ambos campos, resolverían el principal interrogante de la empresa más grande de Colombia.
Ricardo Ávila Pinto
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