Con la ratificación en sus cargos que les hiciera el sábado el presidente Juan Manuel Santos a la Canciller y el Ministro de Defensa, toma más cara la crisis de gabinete que el jueves pasado desembocó en el relevo en la cartera de Hacienda y el anuncio de que también saldrá el encargado de Transporte. Si bien en este último caso, el cambio tiene que ver con las denuncias sobre las actividades privadas de Miguel Peñaloza y la solicitud de este de tener espacio para defenderse, queda claro que es en el área económica en donde el revolcón será más profundo.
El motivo es que, aparte de los cargos señalados, tendrá que llegar alguien a Minas, a raíz del traslado de Mauricio Cárdenas en reemplazo de Juan Carlos Echeverry. Los observadores pronostican, igualmente, una renovación en Agricultura, y no faltan quienes mencionan la necesidad de que en Comercio haya una sustitución, tras la concreción de los TLC con Estados Unidos, la Unión Europea y Corea del Sur, y ante la necesidad de que una estrategia de promoción industrial gane más espacio.
Sin entrar en más elucubraciones, y en espera de la manera en la cual se conforma un ajedrez que involucra criterios políticos, regionales y de género, desde ahora es posible decir que a las locomotoras de la prosperidad arribarán nuevos maquinistas. Y es que en cuatro de los cinco sectores escogidos por el Gobierno para liderar el crecimiento habrá otros delegados.
La única excepción previsible es la de Germán Vargas Lleras, en Vivienda, quien no ha completado todavía tres meses en dicha responsabilidad. En tal sentido, es de esperar que el tren que tiene a su cargo el fundador de Cambio Radical siga por la misma carrilera, la cual pasa por el programa de las 100.000 casas para los más pobres, pero que, esencialmente, tiene como meta llegar a un millón de unidades iniciadas al final del cuatrienio. Tal objetivo se encuentra hoy en duda por cuenta de la desaceleración de la economía y el desplome de la actividad edificadora en Bogotá, a raíz de las políticas impulsadas por la alcaldía de Gustavo Petro.
Y ese no es el único caso en el que existen problemas serios, pues en todos los demás hay tropiezos. El más complejo tiene que ver con la política de innovación, que solucionó por fin uno de sus eternos cuellos de botella, la falta de fondos, gracias a la reforma al régimen de regalías. Sin embargo, no existe un norte sobre lo que se debe hacer y, menos aún, un responsable, como lo evidencia la interinidad en la dirección de Colciencias.
Por su parte, en lo que hace a infraestructura, el momento es crítico. El anuncio presidencial de que se abrirán licitaciones por 59 billones de pesos el próximo año, requiere un gerente efectivo. Además, y a pesar de lo realizado hasta ahora, la lista de enredos pendientes de resolución es bien extensa, pues no basta con entregar tramos de doble calzada a pedazos.
No menos trascendental es lo que pasa en minas. La discusión sobre la extensión de la concesión a Cerro Matoso ha tomado un giro indeseable que puede comprometer otros proyectos en ramos como carbón y oro. Todavía, el país mantiene una actitud, ambivalente frente a la actividad y las declaraciones contradictorias de los altos funcionarios son prueba de ello.
Por último, la agricultura requiere más atención, no solo por haber sido el sector de peor crecimiento en lo que va de este siglo, sino por la inmensa apuesta que constituyen iniciativas como la Ley de Víctimas y Tierras. Las serias dificultades que afrontan hoy bananeros, floricultores y cafeteros son la expresión de fallas estructurales que no han sido aún atendidas.
Así las cosas, el tema de la marcha de las cinco locomotoras de la prosperidad es trascendental. A la fecha, cada una avanza a un ritmo diferente y todas encuentran obstáculos en la vía. Ojalá la crisis ministerial sirva para que se corrijan los errores del pasado y se tome un nuevo impulso, para que los diferentes trenes puedan llegar en el 2014 a su destino.