El de ayer fue el día del respiro. Y es que la Bolsa de Colombia registró al fin una jornada alcista, tras el que ha sido un comienzo de año particularmente malo.
Así lo comprueba el comportamiento del índice Colcap, que en lo corrido de enero ha sufrido un retroceso del 4 por ciento, que se suma a las pérdidas superiores al 12 por ciento experimentadas durante el 2013.
Como consuelo, lo único que sirve es saber que no estamos solos.
En Ciudad de México y São Paulo también hay cifras en rojo. Por su parte, Lima y Santiago registran subidas que en cualquier caso no compensan la descolgada de los 12 meses previos.
Mientras eso ocurre, los inversionistas en los mercados de valores de las naciones más ricas no pueden ocultar su satisfacción.
Desde Tokio hasta Nueva York, pasando por Londres o Fráncfort, la norma han sido las cotizaciones alcistas. Adicionalmente, los expertos sostienen que deberían llegar más valorizaciones.
La diferencia en la suerte de unos y otros está atada al cambio de perspectivas con respecto a la economía mundial.
Mientras los principales analistas sostienen que las naciones industrializadas por fin comienzan a ver la luz al final del túnel, en lo que atañe a los países emergentes la pérdida de vigor es notoria, especialmente en América Latina. Tal como lo dejó en claro el Fondo Monetario Internacional al actualizar sus pronósticos para el 2014, el crecimiento de la región escasamente llegaría al 3 por ciento.
En parte, dicha desaceleración tiene que ver con las menores cotizaciones de bienes primarios como petróleo, mineral de hierro, oro y cobre. La expectativa es que la baja en los precios va a incidir no solo para que disminuyan las exportaciones, sino los ingresos fiscales y la actividad económica en general.
Semejante posibilidad golpea también de forma directa a algunas de las empresas que tienen listadas sus acciones, tal como sucede con Ecopetrol en Colombia.
Sin entrar en la discusión sobre sí la corrección que ha tenido el título de la empresa de mayoría estatal es justificado, el mensaje de fondo es que los que tienen dinero disponible para comprar la acción ven con más escepticismo sus posibilidades de superar las cifras alcanzadas recientemente, ya sea en ventas o utilidades.
Y el viento en contra no termina ahí. El cambio en la política impuesta por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, que a partir de este mes debería empezar a cerrar de forma gradual la llave de la liquidez que beneficia al sistema financiero de ese país, ha replanteado el balance de riesgos y oportunidades.
No solo habrá menos dinero para invertir y prestar, sino que el costo de esos recursos debería aumentar, ante lo cual suena más lógico llevarlos al hemisferio norte.
Si tales cuentas están justificadas o no, es algo que únicamente se sabrá con el paso del tiempo. Sin embargo, es indiscutible que de manera inmediata las nuevas percepciones han tenido y tienen consecuencias sobre los mercados de valores.
En respuesta, no faltan aquellos que señalan que si se toman como base diferentes parámetros, es posible argumentar que ciertos títulos empiezan a parecer baratos.
Por otra parte, es verdad que no todos los mercados latinoamericanos deberían moverse en el mismo sentido, pues hay particularidades que ameritan que se haga una distinción entre lo que pasa en las economías brasileña o colombiana, para hablar con nombre propio.
Válidas como son esas razones, no está de más recordar que no siempre el nivel de las acciones responde a lo que se podría describir como un precio justo.
El motivo es que aparte de los factores técnicos, también están los subjetivos, que en ciertos momentos son tanto o más importantes que los primeros. Y en el caso presente, hay un enfriamiento en la confianza que despierta la región ante lo cual la bolsa asume un costo que puede ser temporal, pero que no por ello duele menos.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
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