La semana pasada el Dane publicó el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) de agosto que, si bien registró un crecimiento del 13,2 por ciento, mostró una variación mensual negativa frente al dato del mes de julio y junio. No obstante, el resultado acumulado del ISE entre enero y agosto de 2021 está hoy 2,1 por ciento por encima del registrado en el mismo período de 2019. Es decir, la actividad económica del país ya supera los niveles previos a la pandemia.
El impulso de sectores como el comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida tras la reapertura total y el levantamiento de las restricciones explican no sólo el desempeño de la economía en agosto sino también el mejoramiento de las estimaciones de aumento del PIB para todo el año.
Fedesarrollo acaba de elevar sus pronósticos del crecimiento económico en 2021 de 7,2 por ciento a 9,5 por ciento, sustentado tanto en la reapertura y el avance de la vacunación como el aumento del gasto de los hogares.
Similares ajustes al alza en sus perspectivas reportaron recientemente Credicorp-de 8 a 9,5 por ciento- y BBVA Research- de 7,5 a 9,2 por ciento-. La “oleada” de optimismo sobre el ritmo de la reactivación económica en Colombia continúa elevando las proyecciones de comportamiento del PIB nacional en 2021 que ya están rozando los dos dígitos. Estas estimaciones, si bien cuentan con un componente de rebote estadístico por el desplome de la pandemia en 2020, no se han registrado en muchísimo tiempo en la economía del país.
No sobra recordar que estos guarismos significan que la reactivación económica no sólo es una realidad tangible en la mayoría de los sectores de la producción sino también que el sostenimiento de esta dinámica contribuirá al retorno más rápido a la senda de crecimiento previa al covid-19. A esas positivas dinámicas internas de reapertura, vacunación y consumo creciente se suman los altos precios de las materias primas y el mejor ritmo de recuperación de la economía global.
Sin embargo, la reactivación sigue siendo un proceso heterogéneo donde los sectores, las regiones y el nivel de empleo se mueven a distintas velocidades. Por ejemplo, persiste el rezago en la recuperación de los puestos de trabajo en comparación con la economía, así como la necesidad de desplegar estrategias más agresivas en la creación de empleos. Fedesarrollo estima que el desempleo promedio de este año estará unos tres puntos porcentuales encima del registrado antes de la pandemia del coronavirus.
Cabe asimismo añadir que la sociedad colombiana no debe bajar la guardia en la lucha contra el covid-19. Es necesario aumentar nuevamente el ritmo de vacunación diaria y empezar a desarrollar acciones para llegar a los escépticos o a los incrédulos ante la inmunización. A pesar de la reapertura total las medidas de protección y autocuidado no deben relajarse ya que las autoridades sanitarias insisten en la posibilidad de un cuarto pico de contagios en el próximo mes de noviembre. La dura lección del costo social y económico del cierre de las actividades productivos aún sigue fresca en la memoria colectiva.
La confirmación de un eventual crecimiento muy cercano a los dos dígitos, de acuerdo a las más recientes proyecciones, se dará en plena campaña electoral. Por más difícil que sea la comunicación de una narrativa económica optimista al electorado, esta es una tarea en la que el Gobierno Nacional debe estar acompañado del resto de los actores de la economía. Si bien existen rezagos y lunares, la reactivación económica es motivo de esperanza.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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