Hacía rato que el negocio petrolero no generaba tantas emociones sucesivas. Y es que tras más de dos años de ‘saltar matones’, los países productores y las compañías del ramo comienzan a ver un futuro distinto por cuenta del repunte de las cotizaciones. Ayer, el barril de crudo llegó a acercarse a los 58 dólares, para luego cerrar la jornada por encima de los 55 dólares, 46 por ciento más que en diciembre del 2015.
La razón del alza es conocida. En contra de las apuestas de los especialistas, las naciones exportadoras de crudo se pusieron de acuerdo para restringir la oferta. Inicialmente, el pacto se circunscribió a los socios de la Opep, que lograron superar sus tensiones internas a finales de noviembre, pero el domingo la lista se amplió al incluir a Rusia y México, entre otros. En principio, eso sacaría del mercado al menos 1,5 millones de barriles diarios.
Sobre el papel, el impacto del apretón sería significativo. La agencia Bloomberg calcula que el bombeo estaría por debajo de la demanda global –que asciende a casi 95 millones de barriles diarios– en cerca de 760.000 barriles. Como consecuencia, los consumidores tendrían que empezar a utilizar los excedentes acumulados desde el 2014 de forma acelerada. La proyección es que casi la mitad de los inventarios actuales se gastarían en la primera mitad del año que viene.
Bajo dicho escenario, las cotizaciones de los hidrocarburos seguirían subiendo hacia los 70 dólares. El problema es que propios y extraños saben que las cosas no son tan sencillas, pues hay una cantidad de factores que pueden descarrilar los pronósticos.
El primero de todos es la capacidad los que que se comprometieron a cerrar la llave, de cumplir con lo prometido. Si hay una tradición en esta materia es la de hacer trampa, sobre todo por parte de aquellas economías que buscan obtener una tajada más grande a punta de los demás. Nigeria, Irán o Libia son candidatos a salirse de la fila.
"La gran duda es si los países que se comprometieron a restringir su oferta van a cumplir con lo pactado en estos días".
COMPARTIR EN TWITTERVenezuela también está en la lista, pues la supervivencia del gobierno de Nicolás Maduro depende de los ingresos externos que reciba. No obstante, la incompetencia de Caracas es el principal obstáculo para que el régimen bolivariano aumente sus despachos, así lo quiera.
Un segundo elemento es la reacción de otros productores, y en especial Estados Unidos. Los observadores han tomado nota de que el número de plataformas petroleras en operación viene subiendo de manera paulatina en el país del norte, después de alcanzar un mínimo apenas superior a las 300 a finales de mayo pasado. Ahora la cuenta va en 498, pues muchos campos que no eran rentables con el crudo por debajo de los 50 dólares el barril, comienzan a reactivarse, entre otras razones porque el punto de equilibrio de muchos yacimientos ha bajado.
Ese el motivo por el cual firmas como Goldman Sachs sostienen que quienes sueñan con un retorno de la bonanza que se vio en la década pasada, se van a llevar una gran desilusión. Según los analistas de la firma de banca de inversión, es probable que en el corto plazo el barril supere los 60 dólares, pero para el segundo semestre la oferta volvería a subir.
Sea como sea, Colombia necesita esforzarse mucho para no quedarse del tren. A diferencia de lo que sucede en Norteamérica, en donde el sector es ágil y la capacidad de reacción es grande, aquí será todo un desafío evitar un mayor declive que el ya observado. Basta recordar que en octubre la producción llegó a 846.000 barriles diarios, según la Agencia Nacional de Hidrocarburos, lejos del millón largo que se consiguió en enero del año pasado.
Es verdad que el presupuesto de inversiones de Ecopetrol se duplicará, y que unos cuantos más hacen lo suyo. Sin embargo, hemos perdido competitividad frente a otras naciones, por lo cual es mejor no hacer las cuentas de la lechera ni mucho menos comenzar a gastarse un dinero que todavía no nos hemos ganado.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto