MIÉRCOLES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2023

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Ricardo Ávila
Editorial

Otra polarización en la mira

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

Todavía en algunos círculos intelectuales y políticos el nombre del Fondo Monetario Internacional (FMI) genera múltiples reacciones negativas, por ser considerado una especie de instrumento de las naciones poderosas destinado a subyugar a las economías emergentes. La realidad es muy diferente en una entidad que integran 189 países y que ha sabido evolucionar con el paso del tiempo, como lo muestra su claro interés por limitar los costos sociales cuando llega la hora de apretarse el cinturón, o de señalar desequilibrios que van mucho más allá de los típicos asuntos monetarios y cambiarios.

Una prueba de ello es un estudio que acaba de salir a la luz y que tiene que ver con la polarización de ingresos en Estados Unidos, la cual muestra una clara tendencia al alza. A diferencia de la distribución de la riqueza, que se concentra en ver cómo se reparte la torta, el análisis se enfoca en notar la diferencia entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco.

En el caso del ‘Coloso del Norte’ el mensaje es inquietante, pues muestra que la clase media pasó de representar el 58 por ciento de los hogares en 1970 al 47 por ciento en el 2014.

Hay que anotar que la reducción anotada se justificó en parte por el hecho de que hay más gente de altos ingresos, pero el problema es que también la pobreza viene subiendo. Dicho de manera coloquial, los ricos son más ricos, mientras que los pobres son igual de pobres en una nación que se presenta a sí misma como un lugar de oportunidades para todos.

"Colombianos y estadounidenses comparten un dudoso honor: el 1% de la población recibe más de una quinta parte del total del ingreso"

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Más allá de los juicios morales que se puedan emitir sobre esa situación, el FMI señala que lo sucedido es un pésimo negocio. La razón es que la nueva realidad afecta los niveles de consumo y el cálculo sugiere que lo que se ha perdido se tasa en cientos de miles de millones de dólares.

La reflexión hecha puede sonar lejana para Colombia. Diferentes mediciones sostienen que aquí el tamaño de la clase media se ha duplicado en lo que va del siglo y que por primera vez en la historia hay más ciudadanos en esta condición que debajo de la línea de pobreza.

No obstante, quienes saben del asunto muestran que el panorama no es del todo alentador. Tal como lo señaló en su momento el economista francés Thomas Piketty en su libro ‘El capital en el siglo XXI’, colombianos y estadounidenses comparten un dudoso honor en el planeta: el uno por ciento de la población recibe más de una quinta parte del total del ingreso. La fuente es un trabajo elaborado por los académicos Juliana Londoño y Facundo Alvaredo, quienes usaron datos de las declaraciones de renta.

"Tal circunstancia crea una especie de círculo vicioso que lleva al sector privado a invertir menos de lo que lo haría en casos en los que la cuerda hala con más fuerza". 

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Esa enorme disparidad entre lo más alto y más bajo de la pirámide es perniciosa. Para comenzar, limita la capacidad de crecer de un país, pues las familias más prósperas tienen un límite en su consumo, o por lo menos en aquel que impulsa la producción interna. Tal circunstancia crea una especie de círculo vicioso que lleva al sector privado a invertir menos de lo que lo haría en casos en los que la cuerda hala con más fuerza, cuando el viento de la actividad se levanta.

El ejemplo de la reciente bonanza de precios de las materias primas ilustra esa situación. Aceptando que tuvimos un buen desempeño y que la expansión observada superó el promedio histórico, nuestras tasas de aumento del PIB fueron relativamente moderadas en comparación con las que se vieron en otras partes de América Latina, cuyo salto fue más amplio.

Para que eso deje de pasar, la única solución posible es ponerle un límite a la polarización de ingresos. Al respecto, no hay otro remedio diferente a los impuestos y en ese sentido la reforma tributaria que se viene debería proponer gravámenes que corrijan una anomalía que no es sostenible, al menos en una sociedad que aspira a ser más equitativa en el futuro. Eso lo podemos aprender también de Estados Unidos.

Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto

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