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Ricardo Ávila

A paso de tortuga

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

 

Los informes de ejecución del presupuesto del 2011 presentados por el Ministerio de Hacienda confirman que esta va a paso muy lento. Dicho resultado se explica básicamente por el paso de tortuga que exhibe la inversión pública.

Aún teniendo en cuenta la acumulación que generalmente tienen los pagos del Gobierno hacia el final del año, resulta preocupante que el porcentaje de ejecución de la inversión sólo haya alcanzado 19 por ciento al corte de julio, cuando lo usual es que el porcentaje para este mes del año sea superior a 30 por ciento.

En el 2010, por ejemplo, a pesar de las restricciones de la Ley de Garantías, alcanzaba el 33 por ciento.

De mostrar una lenta ejecución no se salva prácticamente ningún ministerio. Sólo para mencionar algunos casos, a julio, Protección Social había utilizado el 12,3 por ciento de los recursos apropiados en el Presupuesto, Transporte 11,5%, Interior y Justicia 6 por ciento, y Vivienda y Medio ambiente 3,9 por ciento. Aunque no se dispone de cifras más recientes, a juzgar por la preocupación manifestada por el presidente Santos el pasado fin de semana, es probable que la ejecución siga lenta.

Si bien esto sería una buena noticia para el cierre fiscal del 2011 en la medida en que ello se reflejaría en un menor déficit y en un tránsito más veloz hacia las metas impuestas por la regla fiscal que entra en vigencia en el 2014, ello constituiría una victoria pírrica por cuanto la programación macroeconómica para el 2011 se hizo bajo el supuesto de que el Presupuesto se iba a ejecutar. Si el uso pleno no se da, la política fiscal no tendrá el impacto que se buscaba sobre la demanda agregada de la economía.

Un ejemplo de ello es que aunque se creía que este año iba a ser fuerte en materia de inversión pública, y las proyecciones económicas se hicieron bajo ese supuesto, de acuerdo con los indicadores del Dane, las obras civiles mostraron una caída de 8 por ciento en el primer semestre del año. Afortunadamente, esto ha sido compensado por el buen desempeño del sector privado.

Más allá de la minucia fiscal y macroeconómica, no tiene presentación que dadas las necesidades en materia de infraestructura y en todo lo relacionado con la reconstrucción de los daños causados por el invierno de comienzos de año, el uso del presupuesto por parte de las entidades se esté dando a paso tan lento, sobre todo en sectores como vivienda y transporte.

Esta urgencia debería ser la razón más importante para que el Gobierno estuviera mostrando una ejecución incluso más elevada frente a lo observado en periodos anteriores.

Ahora que se avecina una nueva ola invernal y los riesgos de que su efecto sea particularmente fuerte –debido a que las obras no avanzan como se tenía presupuestado– deben tener preocupado al Gobierno.

Por supuesto, la inversión debe hacerse cuidadosamente, siguiendo todos los procedimientos y trámites requeridos, pero aun así, debe agilizarse y los organismos públicos ejecutores deben estar encima del tema de manera que se avance al ritmo que el país lo demanda.

Las entidades no podrán argumentar que la lentitud obedece a una restricción de recursos o a un estrecho flujo de caja del Gobierno.

En días pasados, el Director de la Dian anunció que con alta probabilidad se va a superar la meta de recaudo por el buen comportamiento que han evidenciado el cuatro por mil y los impuestos externos, debido a las mayores importaciones.

Prueba de ello es que la Tesorería General de la Nación tenía a mediados de agosto, en su cuenta del Banco de la República, depósitos por un monto cercano a los 16,5 billones de pesos, cifra elevadísima para los estándares históricos.

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