MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Ricardo Ávila

Perdiendo lustre

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

Para quienes saben de estas cosas, lo hecho por Colombia en materia petrolera a lo largo del presente siglo es un caso de éxito.

solo el país adoptó un nuevo modelo institucional con la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos y la privatización parcial de Ecopetrol, sino que ha sido capaz de atraer capitales a ritmos que no tenían precedente.

Gracias a esa circunstancia, la producción interna pasó de algo más de medio millón de barriles diarios de crudo a casi el doble en cinco años. Buena parte de ese auge estuvo impulsado por una serie de empresas basadas en Canadá, que son manejadas por profesionales de diversas nacionalidades, pero que utilizan los mecanismos que existen en dicho país para financiar proyectos en el campo de los productos básicos.

En pocas palabras, el sistema permite que se junten empresarios e inversionistas que a cambio de un mayor riesgo que el de poner su dinero en compañías establecidas, optan por más rentabilidad en el caso de tener éxito. Tal esquema hizo posible la llegada de un buen número de firmas a mediados de la década pasada, que en muchos casos alcanzaron éxitos exploratorios notables.

El comenzar a operar en una nación que había tenido dificultades de seguridad y en donde existían zonas de buen potencial, pronto se tradujo en hallazgos que permitieron que los eslabones de la cadena hicieran un muy buen negocio. Por cuenta de esa situación, Colombia se volvió un destino atractivo para el cual era relativamente fácil conseguir fondos.

En el 2011, por ejemplo, se levantó un total de 775 millones de dólares originados en Canadá, con destino a petróleo, según cálculos de la firma especializada Raymond James. Sin embargo, el año pasado dicha cuantía bajó a 448 millones de dólares.

Aunque los altibajos son propios de la actividad y a primera vista no habría que preocuparse –en particular cuando los números de la inversión extranjera van al alza–, hay otros elementos que revelan indicios inquietantes. El primero es que las valoraciones en bolsa de las empresas canadienses que tienen intereses en el territorio nacional son más bajas que las de otras similares que operan en latitudes distintas.

Existe la impresión de que los inversionistas están ‘castigando’ esa circunstancia, un factor en el que pueden haber pesado los atentados contra la infraestructura petrolera y el alza en el número de secuestros de profesionales del ramo. Como si eso fuera poco, el balance del año pasado fue pobre en resultados exploratorios. Si en 2009 y 2010, de cada dos pozos perforados en el país, uno resultaba exitoso, la tasa bajó al 20 por ciento, con lo cual la ecuación cambia fundamentalmente.

Al tiempo que eso ocurre, otras opciones empiezan a verse más atractivas. El despegue de la explotación de hidrocarburos en Norteamérica, utilizando métodos no convencionales como la fractura de rocas en el subsuelo, ha cambiado radicalmente las perspectivas del sector.

De manera repentina, hay más interés de los capitales en financiar operaciones en zonas donde hay mayor certeza sobre las reglas de juego, que en áreas que son más complejas como puede ser el caso de Colombia, en donde un permiso ambiental se puede demorar muchos meses, para no hablar de los problemas con las comunidades que pueden impedir el acceso a una zona.

Todos esos factores se han combinado para que hayamos perdido lustre. Dicho en términos coloquiales, ya no somos la niña más bonita del barrio, así estemos dentro del grupo de las agraciadas.

Aunque siempre se puede decir que eso es menos grave de lo que parece, sobre todo después del éxito relativo que tuvo la pasada Ronda Colombia de asignación de nuevos bloques, no está de más prestarle atención a las señales de alerta.

Hay elementos que son difíciles de controlar como los atractivos de otras partes del mundo, pero en los que se puede hacer algo es mejor reaccionar a tiempo, para no tener que llorar sobre la leche derramada.

RICARDO ÁVILA PINTO
ricavi@portafolio.co

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