Dentro de los muchos cambios que ha experimentado Colombia en lo que va del siglo, uno de los más notorios tiene que ver con el aumento del tráfico de viajeros en avión. En cuestión de diez años, el número de pasajeros tanto nacionales como internacionales se disparó, alcanzando niveles que parecían impensables.
Según datos de la Aeronáutica Civil, el total de personas que viajaron por el aire llegó a 28,6 millones el año pasado, 162 por ciento más que en el 2003, cuando el dato fue de 10,9 millones. Semejante incremento no solo puso en aprietos la capacidad de la infraestructura existente para acomodar tanto volumen, sino que generó transformaciones estructurales en una industria que se parece muy poco a la de hace una década.
Así, la flota de aviones que hoy surcan el cielo del país no solo es más numerosa, sino más moderna. Desde el punto de vista empresarial, ha tenido lugar una recomposición que comprende tanto el fortalecimiento de algunas de las empresas existentes, como la desaparición de otras y la venta de unas cuantas más. Adicionalmente, el segmento de bajo costo ha hecho presencia, ampliando el tamaño del mercado objetivo, con una oferta variada.
En forma paralela, la demanda también ha recibido un impulso importante. El crecimiento de la economía se ha traducido en un alza en el ingreso de los hogares, la cual incluye una mayor propensión a volar. No menos destacable es que los precios de los tiquetes se han mantenido en niveles relativamente moderados, en respuesta a una tasa de cambio más o menos estable y a las mejoras en eficiencia operativa de las compañías que prestan el servicio.
Lo sucedido en el territorio nacional se parece a lo que ha sucedido en otras economías emergentes. Y es que en diversas latitudes el aumento en tamaño de la clase media forma parte de una nueva realidad que se nota en un negocio que, a pesar de turbulencias ocasionales, cada vez vuela más alto. Los cálculos sobre la demanda de aviones identifican a Asia como el continente de mayor dinámica, mientras que América Latina y el Caribe –con sus 600 millones de personas– también deberían evolucionar en forma positiva.
Sin embargo, las cifras más recientes sugieren que el ritmo acelerado de tiempos recientes empieza a ralentizarse. Eso es lo que se infiere del reporte sobre el tráfico aéreo en Colombia durante los dos primeros meses del 2014. En concreto, en enero y febrero se movilizaron cerca de 4,4 millones de pasajeros, lo que equivale a un alza del 6,6 por ciento en comparación con igual periodo del año pasado.
El contraste frente a lo que venía sucediendo es significativo. De hecho, la tasa más reciente palidece frente al 16 por ciento observado en el 2013 y los saltos de doble dígito que ya se habían vuelto costumbre en el sector.
En consecuencia, no faltará quien diga que hay una desaceleración en marcha, ante lo cual debería encenderse el letrero de abrocharse los cinturones. Pero eso no es lo que creen los expertos en el tema, para quienes no hay una pérdida de altura, sino simplemente la llegada a un nivel en el que debería primar más la estabilidad y menos los ascensos vertiginosos.
Entre las razones expuestas para explicar lo ocurrido hay una asociada al costo de los tiquetes. El alza en el valor del dólar que se vio en el primer trimestre, habría impactado a los consumidores que disminuyeron su propensión a viajar. Adicionalmente, hay síntomas de que el mercado está cada vez más maduro, con lo cual debería evolucionar al paso que es considerado como normal y que equivale a unas dos veces el de la economía.
Lo anterior quiere decir que superar los 30 millones de pasajeros anuales es algo inminente y que la salud del sector es buena. En pocas palabras, no hay motivo para desconectar el piloto automático.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
Twitter: @ravilapinto