Pulso de los empresarios

Se puede empezar a considerar que la economía está disputando en el 2022 un partido de fútbol, con sus dos tiempos reglamentarios. El resultado del primero de estos periodos ya se conoce, el cual arrojó un crecimiento del producto interno bruto robusto de 10,6 por ciento.

Ahora, con el segundo en juego, muchas empiezan a ser las voces que prevén una desaceleración -ojalá gradual y saludable- de la economía, con un resultado que permitiría que en el total el avance esté en torno al 7 por ciento.

Y precisamente una de las voces más relevantes en esta línea es la del sector privado, pues en lo corrido de este año hemos visto un ligero cambio en cómo los empresarios perciben la marcha de la economía, y mientras que durante el primer semestre jalonaron el PIB con confianza y expresaban unas perspectivas positivas, esta visión hacia delante se está empezando a enfriar de manera ligera.

Así lo muestran algunas de las más recientes encuestas que se han publicado en este sentido. Una de ellas es la que elabora Fedesarrollo, cuyo Índice de Confianza Comercial descendió en julio 3 puntos porcentuales hasta los 30,7 puntos, mientras que ese mismo indicador para el sector industrial también cayó: 1,8 puntos porcentuales. Y esta tendencia no es exclusiva.

De acuerdo con el último Pulso Empresarial que realiza el Dane, su Indicador de Confianza Empresarial (ICE) mostró durante el séptimo mes del año una baja de 3,4 puntos porcentuales frente al mes inmediatamente anterior, hasta una medición de 59,2. Estos datos muestran un cambio consistente en la curva frente al inicio de 2022, cuando esa puntuación se encontraba alrededor de los 65 puntos.

Y a esas dos mediciones, esta semana se sumó una tercera, el Ritmo Empresarial que elaboran las cámaras de comercio de Colombia, las cuales lograron recoger el sentir de casi 7.000 compañías.

En este informe, si bien hay cifras positivas en cuanto al incremento de ventas en lo que resta del año y también buenas perspectivas respecto al empleo, dos ejemplos hacen ver que el sector privado percibe una mayor incertidumbre.

Uno de ellos es que casi 50 por ciento de empresas dice que todavía se ve afectada por el incremento de los costos o los problemas de abastecimiento. El otro, más sutil, es que según el análisis del informe, las empresas nacionales estarían realizando inversiones tan solo para lo necesario en su operación, lo que muestra que existe incertidumbre sobre el devenir a futuro.

Estas cifras tienen algo en común: si bien el resultado de la economía va a ser positivo este año, el deterioro de las condiciones económicas ha empezado a reducir la confianza de los empresarios con miras al segundo semestre.

A factores como la inflación, costos de las materias primas, un dólar más alto y mayores tasas de financiación se suma que el arranque del gobierno Petro -incluidos aspectos de la reforma tributaria- han despertado alertas en distintos gremios de la producción y empresarios de diversas actividades. Y aunque la administración y el Ministro de Hacienda se han mostrado dispuestos a escuchar estos reclamos y hacer ajustes, preocupa tanto el ambicioso monto de los $25 billones como los impactos en sectores que van desde industrias extractivas hasta los emprendedores y start-ups de base tecnológica.

Las preocupaciones de los empresarios merecen la atención del Gobierno, ya que es perentorio sostener la senda de crecimiento, generación de empleo y atracción de inversión, factores claves y que, en gran medida, quedan sobre los hombros del sector privado.