Las escenas de júbilo que se observaron en múltiples municipios vecinos del Río Magdalena, que en los últimos días vieron pasar un convoy de cuatro locomotoras y una veintena de plataformas cargadas con contenedores, llevaron a que renacieran las esperanzas de que el tren vuelva a rodar por esa zona del país.
A lo largo de 768 kilómetros, que comenzaron en Santa Marta y terminaron en La Dorada, se hizo una prueba que, es de esperar, permita la reactivación de este método de transporte. Si las cosas salen bien, para finales del próximo año empezaría a prestarse un servicio que se necesita con urgencia.
Para nadie es un secreto que uno de los cuellos de botellas que existen en el territorio nacional es la prevalencia del camión sobre todas las demás opciones. A pesar de su relativa flexibilidad, este es más costoso de operar y no permite el aprovechamiento de economías de escala. Quienes saben de estos asuntos afirman que el valor de un flete podría reducirse hasta en 20 por ciento, si aparecen alternativas confiables en el corto plazo.
El tema, sin lugar a dudas, no es fácil. Para comenzar, está el desafío de que el negocio sea rentable, algo que está siendo evaluado por Holdtrade Atlántico, la subsidiaria de una compañía que es la proveedora más grande de material ferroviario en el Reino Unido. Desde la viabilidad financiera, hasta la firma de una serie de contratos, pasando por permisos y licencias, todos forman parte de una ruta crítica que es definitiva para que las cosas vuelvan a ser como antes.
Y es que aquí de lo que se trata es de recuperar buena parte de la vía que durante décadas conectó al interior con la Costa. Lamentablemente, la crisis de los hoy liquidados Ferrocarriles Nacionales, combinada con la desidia de sucesivos gobiernos, llevó a que la idea se viera como un sueño imposible.
Las cosas comenzaron a cambiar por cuenta del carbón. La recuperación de 245 kilómetros a partir de Chiriguaná, a cargo de Fenoco que se ocupa de sacar el mineral que se extrae en los yacimientos del Cesar y lo lleva a los puertos de Ciénaga o Santa Marta, permitió hacer una renovación fundamental y probar que el esquema funciona.
Lo anterior no desconoce todo tipo de desafíos, incluyendo las sentencias de la Corte Constitucional, que llegó a restringir el horario de los trenes con el fin de proteger el bienestar de las vías aledañas. No obstante, la curva de aprendizaje es muy valiosa y sirve para lo que viene.
Los camioneros están en contra de una iniciativa que reduciría los fletes en una ruta atractiva que une al país con la Costa
COMPARTIR EN TWITTEREn este caso, lo más crítico era evaluar las condiciones de los 523 kilómetros de carrilera que van desde Chiriguaná a La Dorada. En su momento se identificaron 48 puntos clave que fueron rehabilitados después de una inversión de 114.000 millones de pesos a cargo de la Agencia Nacional de Infraestructura.
El parte hasta ahora es positivo y confirma que el obstáculo más difícil –que es el del terreno– se ha superado. Aun así, el desenlace depende de elementos diversos, como el de evitar la confrontación con grupos opositores.
Los camioneros, para dar un ejemplo concreto, están en contra de una iniciativa que reduciría los fletes en una ruta atractiva, la misma que siente la reactivación de las barcazas por el Magdalena. Además, experiencias frustradas como la del Tren del Pacífico, enseñan que los imprevistos están a la orden del día.
La esperanza es que ese proyecto tenga una nueva vida, si un grupo de inversionistas de la zona cafetera, en asocio del Ferrocarril Oriental de Bolivia, logran la cesión del contrato, hoy en cabeza de la compañía suiza Trafigura.
Por tal razón, hay que mantener los dedos cruzados para que el poderoso silbato de las potentes locomotoras vuelva a sonar con frecuencia en Gamarra o Puerto Berrío.
En caso de que así sea, los propósitos de contar con un sistema de transporte multimodal se verían realizados, al tiempo que la competitividad de los productores colombianos iría en aumento.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto