Tras el anuncio del alza del 10,07% del salario mínimo para 2022, una de las alertas de varias voces expertas ha girado en torno al impacto del incremento en las finanzas de las mipymes. Este llamado cobija una reflexión más amplia sobre el papel que las empresas de tamaño mediano, pequeño y micro han jugado en este año de reactivación de la economía.
Lo primero que habría que afirmar es que, sin demeritar el importante peso de las grandes empresas en la recuperación, el rol de las mipymes no ha sido menor y su impacto se siente más tanto en los hogares como en los empleos. La resiliencia ha sido un aspecto que ha marcado la narrativa empresarial en Colombia en este 2021 y tiene una relación con las capacidades de las compañías. Precisamente, las empresas pequeñas han sido vitales para la recuperación del mercado laboral en este año. Según el informe del Dane, correspondiente a octubre, de los 854 mil puestos de trabajo recuperados frente al año pasado 517 mil pertenecen a empresas de hasta diez trabajadores. Y de estos últimos, 338 mil fueron para mujeres.
La reactivación de la economía colombiana -cuyas perspectivas optimistas bordean un crecimiento anual del PIB cercano a los dos dígitos- tiene en las pymes unos actores con tantos logros y mejoras como retos complejos. Una completa fotografía que cubre el primer semestre del 2021 es la Encuesta Mipyme de Anif. Los resultados de esta medición ratifican que las perspectivas de futuro y las capacidades operativas y administrativas para aprovechar la recuperación están ligados al tamaño de los negocios y el sector. Empresas medianas y del renglón industrial, por ejemplo, son más optimistas.
Esta encuesta de Anif confirma asimismo las dificultades de las microempresas para costear los aportes a salud y pensión. Alrededor del 30% de los más pequeños establecimientos no cuentan con estas certificaciones. Aún es urgente redoblar los esfuerzos para promover la formalización en el segmento de las microempresas, incluso dar a conocer de mejor manera los beneficios de formalizarse. Sin un marco de contratación más flexible y sin avanzar en esa reforma laboral pendiente, los negocios de menor tamaño continuarán enfrentando dificultades para crear empleo formal y de calidad.
Otro aspecto a destacar de la ‘reactivación de las mipymes’ está en la transformación digital. La pandemia presionó a las empresas de todos los tamaños a adoptar estrategias de digitalización de distintos aspectos de su operación. No obstante, las microempresas también enfrentan desafíos en esa materia. Alrededor del 15% de las mipymes usan las redes sociales para vender y solo un 7% realiza efectivamente ventas digitales. La transformación digital es una tarea pendiente para que las empresas medianas y pequeñas en Colombia puedan desplegar mayores eficiencias.
Por último, está un reto de tiempo atrás en este segmento empresarial: el acceso a servicios financieros. De hecho, de acuerdo al más reciente reporte de la Banca de las Oportunidades, la pandemia generó un retroceso en inclusión financiera en las pequeñas empresas. En la encuesta de Anif solo el 30% reportó haber solicitado un crédito y la mayoría se financia por otras vías como los proveedores y recursos propios. Junto al impacto del aumento del mínimo se vienen otros desafíos para las mipymes que el Gobierno debe atender: formalización, digitalización y acceso a servicios financieros.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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