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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Reactivación más ayudas

Los subsidios ayudaron a mitigar la pobreza en el 2020 pero Bogotá y las ciudades deben activar sus economías.

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger
abril 29 de 2021
2021-04-29 07:48 p. m.
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Que la pandemia del coronavirus y la crisis económica que generó desembocarían en un aumento de los niveles de pobreza era un hecho para Colombia y América Latina. La pregunta era cuánto subiría.

Ayer el Dane respondió ese interrogante. En un año la pobreza monetaria en el país pasó del 35,7 por ciento al 42,5 por ciento. Esto significa que 3,55 millones de colombianos entraron a la condición de pobres. La pobreza extrema, por su parte, saltó de 9,6 a 15,1 por ciento.

Colombia es hoy un país con 21 millones de habitantes con ingresos por debajo de la línea de pobreza y 7,5 millones en indigencia. El impacto de la pandemia del covid-19 y sus restricciones económicas borraron prácticamente una década de avances sociales.

Una disparada de la pobreza de esta magnitud constituye una dolorosa tragedia económica, social y humana. La sociedad colombiana debe sumir de inmediato el imperativo ético de incorporar la equidad en todas las estrategias de lucha contra las consecuencias de la pandemia, incluido el proyecto de reforma tributaria que el Gobierno Nacional tramita en el Congreso.

El coronavirus no deterioró estos indicadores sociales de manera homogénea en el territorio nacional y en los hogares. El reporte del Dane ratifica el empobrecimiento que experimentaron las ciudades capitales en Colombia frente a una reducción de los niveles de la pobreza rural.

Bogotá aportó alrededor de 1 de cada 3 nuevos pobres en el país y uno de cada nuevos pobres extremos. La pobreza capitalina, en línea con otras grandes urbes, se disparó 12,9 puntos porcentuales hasta el 40,1 por ciento mientras que en Barranquilla y Cali el aumento fue de 15,6 y 14,4 puntos respectivamente. Estos saltos son más del doble de la cifra nacional de 6,8 puntos porcentuales.

Las ciudades colombianas necesitan tomar en serio estrategias de reactivación de sus economías porque los efectos de las ayudas sociales son menores en las zonas urbanas.
El “piloto automático” de las cuarentenas y las restricciones a las actividades económicas debe detenerse para analizar tanto los resultados contra los contagios como los impactos a los sectores productivos. Las capitales del país no pueden seguir cerrando los motores de la creación de puestos de trabajo.

El informe del Dane también calcula los efectos del paquete de ayudas sociales del Gobierno, permanentes y extraordinarias, en el crecimiento de la pobreza. Por ejemplo, los pagos de programas extraordinarios como Ingreso Solidario mitigó en 2,2 puntos porcentuales la pobreza nacional, 4,2 puntos en las áreas rurales. Sin todas las transferencias sociales gubernamentales, la pobreza extrema en el campo colombiana habría crecido casi diez puntos porcentuales más.

En momentos en que sectores políticos y manifestantes en las calles piden hundir el proyecto de reforma tributaria, que robustece dos de esas ayudas –Ingreso Solidario y compensación del IVA– cabe recordar cómo esos subsidios, en especial los extraordinarios, mitigaron un escenario mucho peor de pobreza.

No obstante, las transferencias monetarias no alcanzan a sustituir el impulso de la reactivación de las economías, en especial en las ciudades. Solo con fábricas, comercios, restaurantes, obras públicas, turismo, y demás actividades en operación, millones de colombianos generarán los ingresos mínimos para salir de la pobreza.

No hay salida de la crisis de la pandemia sin una reactivación urbana y rural, con equidad y con la mira puesta en cambiar esta tragedia.

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