El dato de inflación revelado hace dos días por el Dane, representa varias buenas noticias para la economía colombiana. La más evidente es que la evolución del aumento de los precios en junio confirma la tendencia descendente que ha ido mostrando desde hace ya varios meses. Las cifras son elocuentes: el Índice de Precios al Consumidor aumentó 0,11 por ciento el mes pasado, menos de la cuarta parte del 0,48 por ciento registrado un año atrás.
Pero lo más interesante es la evaluación de lo sucedido en un periodo más largo: en los doce meses transcurridos hasta junio pasado, la inflación fue de 3,99 por ciento. Ese guarismo no solo representa una gran caída frente al 8,6 por ciento de los doce meses corridos hasta junio del 2016, sino que, además, constituye un alivio para el Banco de la República: con ese resultado, la inflación anual ha vuelto a ubicarse en el rango meta fijado por el Emisor, que va del 2 al 4 por ciento. Ese no es un logro menor, sobre todo teniendo en cuenta que llevaba más de 27 meses por encima del techo de esa franja, como resultado de complejos choques como la depreciación del peso en el 2014, o el aumento del precio de los alimentos debido a los fenómenos climáticos y a los paros camioneros.
El cumplimiento de ese objetivo no es un simple capricho de los tecnócratas del Banco Central. Por el contrario, confirma el compromiso de la institución con su función constitucional de controlar los precios y preservar el poder adquisitivo de la moneda, lo que a su vez mantiene ancladas las expectativas de los agentes económicos sobre la inflación futura. Y es, justamente, en ese terreno donde se registra el mayor beneficio del comportamiento de los precios que acaba de revelar el Dane. Con la inflación de nuevo dentro del rango meta del Banco y las expectativas de los agentes económicos bajo control, la junta directiva de la entidad puede seguir avanzando en la política de reducción de sus tasas de interés, las cuales ha venido aplicando desde hace varios meses con el fin de estimular la actividad económica.
Para dimensionar la importancia de este hecho basta con recordar las circunstancias que rodearon la decisión de la junta del Emisor de reducir en medio punto porcentual su tasa de interés la semana pasada, para llegar a 5,75 por ciento. Ese hecho causó una división dentro de la junta, en tanto que algunos de sus miembros preferían una reducción más cauta porque temían que un impulso monetario excesivo volviera a alborotar el avispero de la inflación. Un debate parecido se da entre los analistas económicos. Hay quienes creen que la reducción de las tasas de interés debe ser más agresiva para contrarrestar la desaceleración económica, mientras que para otros, el Emisor no puede olvidar su mandato esencial de mantener a raya la inflación y, por lo tanto, no debe excederse en sus ímpetus reactivadores.
El moderado crecimiento de los precios en junio les da, por el momento, la razón a los que creen que hay margen para que el Banco ayude a impulsar la actividad productiva con menores tasas de interés. Sin embargo, ese dato no constituye una licencia para bajarlas de manera acelerada. ¿Cuál es la razón? Es muy probable que en el segundo semestre del año la inflación vuelva a subir por encima del 4 por ciento, superando así el techo del rango meta, teniendo en cuenta que los precios se pueden acelerar por el aumento que ha tenido la tasa de cambio, lo cual eleva el costo de los productos importados, y que la demanda agregada seguiría fortaleciéndose en la medida en que la baja de las tasas de interés siga llegando a consumidores e inversionistas.
Por ahora, el panorama luce mejor que a comienzos de año. El regreso de la inflación al rango meta fijado por el Banco de la República permite avanzar un poco más en la reducción de las tasas de interés, pero siempre yendo con cautela y con un ojo puesto en el tablero de control de los precios.
Editorial
¿Licencia para bajar?
El regreso de la inflación al rango meta fijado por el Emisor permite avanzar un poco más en la reducción de las tasas de interés, pero con cautela.
POR:
Ricardo Ávila
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