Hoy el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) publica los datos del mercado laboral colombiano correspondientes al pasado mes de marzo.
Lo más probable es que la tasa oficial de desempleo aún no recoja el impacto completo de la pandemia del coronavirus ya que las medidas de confinamiento fueron adoptadas prácticamente en la última semana del mes de marzo.
Además, con los alivios y programas de ayudas del Gobierno, a pesar de los cuellos de botella que están enfrentando, muchas empresas seguramente han pospuesto sus decisiones de recortes de personal o han optado por las alternativas que la normatividad les autoriza para evitar la cancelación final de los contratos de trabajo.
Más allá del dato que oficializará la entidad estadística hoy, lo cierto es que la economía colombiana entró a esta crisis de la covid-19 con una tasa de desempleo de dos dígitos- 12,2 por ciento en febrero pasado- y más de tres millones de desempleados. Es decir, el panorama laboral nacional ya era preocupante antes de la llegada de este choque global de la pandemia.
La preocupación de la pérdida de puestos de trabajo como víctimas económicas del coronavirus no es exclusiva de Colombia sino de todo el mundo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha calculado que, tras el primer mes de confinamientos para al menos un tercio de la humanidad, se ha perdido en horas laborales el equivalente a 305 millones de empleos de tiempo completo.
En Estados Unidos las peticiones de beneficios de desempleo han alcanzado la cifra récord de 26 millones en solo cinco semanas de pandemia. De acuerdo a la OIT más de 436 millones de empresas en el planeta están en riesgo de interrumpir sus actividades y el 60 por ciento de los ingresos de los trabajadores informales se ha reducido.
La magnitud de esa destrucción de empleos, formales e informales, así como de ingresos y formas de ganarse un sustento no debe generar mayor sorpresa: las medidas de distanciamiento social han paralizado la actividad productiva en decenas de países.
En tan solo dos meses la prioridad de la política laboral del Gobierno Nacional pasó de reducir el nivel de desempleo mientras aumenta el crecimiento a tratar de salvar el mayor número de puestos de trabajo posible en medio del desplome económico más grave de los últimos 20 años.
Por eso genera incredulidad el optimista pronóstico del ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, sobre el número de empleos que se perderían en este año por el coronavirus. De acuerdo a declaraciones del jefe de la cartera laboral en una sesión virtual del Congreso, el rango estimado está entre 70 mil y 100 mil puestos de trabajo ante una caída del 0,3 por ciento del PIB durante este año.
Ni las proyecciones de crecimiento son tan generosas- ya superan una contracción del 2 por ciento- ni las tasas de desempleo estimadas son tan bajas- entre 14 y 20 por ciento. Las señales que la economía, las empresas y los trabajadores están enviando sobre el impacto de la cuarentena son mucho más graves que la pérdida de 100 mil empleos.
Si la misión principal del Gobierno ante la crisis económica generada por la pandemia es mitigar la debacle para el aparato productivo, lo primero es ajustar sus expectativas y recalibrar los pronósticos que alimentan sus políticas públicas. No es igual desplegar una estrategia de protección del empleo bajo la idea de 100 mil puestos perdidos que una que calcule más de un millón.
Tras un mes entero de confinamiento, lo más probable es que los datos de abril muestren ya el impacto de la crisis en los trabajadores más vulnerables- los cuentapropistas y los independientes.
La meta no puede perderse de vista: salvar el mayor número de empleos.
Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
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