Ha pasado ya un mes dentro de la nueva fase de reapertura social y económica en la lucha contra la pandemia del coronavirus.
Cada día se hace más evidente que Colombia pasó a nivel nacional por un primer pico de contagios de covid y se encuentra en un momento de descenso en nuevos casos y en fallecidos diarios.
Este fenómeno ha ayudado a una transición más tranquila hacia la reanudación de muchas actividades económicas, en especial en grandes capitales como Bogotá. Aunque el virus sigue acechando, poco a poco la mayoría de colombianos ha podido retornar a sitios de trabajo, a comercios, fábricas e incluso restaurantes y parques.
Si bien regiones específicas como el Eje Cafetero todavía no han alcanzado ese punto máximo, las autoridades sanitarias del país han comenzado a alertar sobre una eventual segunda ola de contagios, posiblemente hacia el mes de noviembre.
En palabras del ministro de Salud, Fernando Ruiz, durante el consejo directivo de la Organización Panamericana de Salud (OPS), “vamos hacia una alta probabilidad de rebrotes, como sucedió en Asia y Europa”. El reciente aumento de casos diarios en varios países del Viejo Continente como España, Francia y el Reino Unido ha despertado las alertas sobre esta segunda ola de coronavirus.
Mientras el gobierno de Londres anunció nuevas medidas de cierres y de uso de tapabocas, España endurece su estrategia y contempla el cierre de Madrid y otras localidades en los próximos días.
Que las autoridades de salud de Colombia ya estén advirtiendo sobre un escenario de nueva ola de contagios es algo que ni empresas ni hogares deben tomar a la ligera. Hace lo correcto el Gobierno en disparar estas alertas para los meses venideros para que el aumento de casos no nos coja de sorpresa ni paralice otra vez la economía.
Las lecciones que ha dejado la estrategia local para enfrentar la pandemia, y la experiencia de los otros países, deben servir a Estado, empresas y sociedad para estar listos.
Por ejemplo, de golpear una segunda ola de contagios, Colombia debería evitar caer en la falsa disyuntiva entre salud y economía que marcó los meses de cuarentena. Ha quedado claro el brutal impacto social y económico que los confinamientos infligieron al país.
Si algo se aprendió de cierres tan prolongados de las actividades económicas es que se deben evitar al máximo para resistir la eventual segunda ola. Asimismo, que las cuarentenas pierden cierta efectividad en economías con altos niveles de informalidad como la colombiana y terminan recrudeciendo varios tipos de inequidades desde la laboral a la digital pasando por la de género.
Otro aprendizaje es la alta capacidad de protección que tienen medidas como el uso correcto del tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social.
Nuevos rebrotes del coronavirus pueden ser enfrentados con mayor énfasis en el autocuidado y la responsabilidad individual. De llegar esta segunda oleada de contagios, el énfasis en cultura ciudadana debería ser más intenso y generalizado.
Un reciente artículo del diario británico Financial Times comparó las reaperturas de Madrid y Nueva York. Mientras la ciudad estadounidense ha podido mantener bajo control los contagios, la capital española experimenta un severo rebrote. Un retorno más apresurado a la vida social y la falta de rastreo de casos habría marcado la nueva crisis que vive Madrid.
En conclusión, las advertencias del Ministro de Salud sobre una segunda ola de coronavirus no pueden caer en oídos sordos. Hay que estar listos para reforzar las medidas de protección, robustecer rastreos y diseñar cierres sin destruir la economía.
Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
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