A medida que la campaña electoral por la Presidencia de la República entra en su recta final y definitiva, las encuestas dejan en claro que la ciudadanía señala que desconoce muchas de las propuestas de los candidatos en contienda. Ese factor puede explicar, en parte, la relativa apatía que generan los comicios –expresada en el elevado nivel del voto en blanco– y les exige a los aspirantes a ceñirse la banda tricolor, multiplicar esfuerzos para ganarse el favor de los sufragantes.
No obstante, mientras unos y otros hacen su labor, vale la pena destacar que hay un punto de encuentro. Se trata de colocar a la educación a la cabeza de las prioridades de la agenda pública.
Así quedó claro ayer, tras un debate organizado por Fedesarrollo y Proantioquia en Medellín, con el concurso de Portafolio. En la capital antioqueña, los postulantes a la Vicepresidencia –con excepción de Germán Vargas Lleras– reiteraron el compromiso de la fórmula que integran con el mejoramiento integral de la enseñanza. Esa manifestación había sido hecha de manera individual por Juan Manuel Santos el viernes, por lo que es posible afirmar que la convergencia es absoluta.
Que este es un asunto de la mayor importancia, es algo que no tiene discusión. Cualquier análisis que se haga confirma que el crecimiento de un país, asociado a una baja en las tasas de pobreza y niveles reducidos de inequidad, depende de la cobertura y la calidad de su sistema educativo.
A este respecto, el balance de Colombia no es bueno. Los resultados de las pruebas Pisa que administra la Ocde, comprobaron hacen poco que seguimos en la retaguardia de las cerca de 60 naciones del planeta que se someten a dicha evaluación. Aparte de que ocupamos los peores lugares en cuanto a comprensión de lectura, razonamiento o análisis matemático, los datos señalan que existen grandes brechas entre los estudiantes, según estos sean de zonas urbanas o rurales o asistan a una institución privada o una pública.
Entre los diagnósticos hechos, es incuestionable que pesa mucho la baja calificación de los docentes. A lo anterior se añade que tan solo 12 por ciento del universo de alumnos tiene acceso a una jornada de enseñanza completa y a que hay atrasos en la infraestructura disponible.
Debido a ello, Fedesarrollo –en asocio con la Fundación Compartir– ha venido insistiendo en la necesidad de poner en marcha una política para atraer, desarrollar y retener a los mejores profesores. Este es el núcleo de una estrategia que, junto con los temas de universalización de la jornada y el mejoramiento físico de escuelas y colegios, comprende también un avance de la educación rural, un fortalecimiento del sistema organizacional y herramientas de seguimiento y control.
Aparte de lo que se debe hacer en este campo, el debate de ayer trató dos elementos complementarios y no menos importantes. El primero tiene que ver con la atención a la primera infancia, algo que resulta crucial para acabar con las desigualdades y asegurar que las inversiones que tengan lugar en los peldaños educativos normales sean más efectivas.
Los avances que se logren son definitivos para conseguir que, en último término, Colombia logre vencer uno de los desafíos más complejos que tiene ante sí. Se trata del impulso a la innovación y el emprendimiento, que son un requisito insalvable a la hora de contar con una base productiva diversificada. Y es que sin el uso práctico de la ciencia y la tecnología, avanzar en la cadena de valor será poco menos que imposible.
Tal objetivo se ha buscado en repetidas oportunidades, sin que los casos de éxito sean muchos. Para no volver a fallar, la respuesta pasa por el mejoramiento de la educación. Si bien falta definir ahora el cómo después de haber acordado el qué, al menos es un comienzo alentador saber que el próximo Presidente de la República está, desde ya, comprometido con esa meta.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
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