MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Francisco Miranda Hamburger
Editorial

Un millón de contagios

Ahora que Colombia cruzó esta barrera es clave recordar el impacto de la cuarentena, la protección del tapabocas y la urgencia del rastreo. 

Francisco Miranda Hamburger
Director de Portafolio
POR:
Francisco Miranda Hamburger

El pasado fin de semana Colombia llegó oficialmente al millón de casos de coronavirus. Desde el pasado 6 de marzo, cuando se detectó el primer contagio en el territorio nacional, han pasado más de 230 días de pandemia, entre ellos 160 días de cuarentena.

En estos siete meses y medio el país se ha convertido en la octava nación del planeta con más casos confirmados de covid. Mientras Estados Unidos responde por uno de cada cinco casos del mundo y Brasil por el 12,6 por ciento, 2,3 casos de cada 100 son colombianos.

De hecho, si Bogotá y Antioquia fueran países independientes, sus 300 mil y 151 mil casos las pondrían en el número 26 y 35 del mundo respectivamente. Todo esto para decir que alcanzar el millón de contagios es un hito que debe despertar preocupación.

Otros indicadores, distintos al volumen total de casos, ayudan a generar un balance menos negativo para la lucha contra la pandemia. En materia de fallecidos, mientras las casi treinta mil muertes registradas tienen a Colombia en el puesto 11 en el mundo, la tasa de 19. 461 casos por millón de habitantes ya alejan al país de los primeros lugares.

A este panorama hay que sumarle, por ejemplo, tanto el esfuerzo de duplicar el número de las Unidades de Cuidado Intensivo como la disminución significativa en el ritmo de crecimiento de contagios a nivel nacional desde mediados de agosto.

Cruzar la barrera del millón de casos es buen momento para recordar algunas de las más notorias lecciones que han dejado estos casi ocho meses de lucha contra el coronavirus.

La primera es la falsa disyuntiva entre la salud y la economía, que tanta energía y tanta coordinación consumió entre autoridades. Si bien el énfasis en las medidas sanitarias por encima de las actividades económicas pudo haber detenido por algún tiempo el crecimiento del virus, la irrupción de la covid en el conjunto de la sociedad era inevitable.

Una segunda es el reconocimiento de que las cuarentenas generalizadas destruyen tanto el aparato productivo de una sociedad que deben constituir, como lo afirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el último recurso”.

Ahora que están volviendo a crecer el ritmo de los contagios, la tentación de regresar a los confinamientos como medida para calmar la ansiedad de la población será alta. No obstante, los indicadores económicos demostraron no solo las múltiples inequidades generadas por los cierres, sino también su severo impacto en empresas y hogares.

Una tercera lección la dejaron los esfuerzos positivos tanto de fortalecer la capacidad del sistema de salud como de masificar las medidas de protección como el uso de tapabocas, el distanciamiento social y el lavado de manos. A diferencia de otras sociedades, Colombia adoptó con disciplina y confianza ese llamado al autocuidado y a la identificación de las vulnerabilidades.

Cuarto, el despliegue de la covid-19 y el ritmo de la reactivación económica tomaron trayectorias diferentes, dependiendo de las regiones y las ciudades. Esa heterogeneidad es crucial para el diseño de las políticas sanitarias y económicas.

Una quinta lección combina la incertidumbre sobre una siguiente ola de contagios con la lenta respuesta de la economía a la reapertura y los cambios de la llamada “nueva normalidad”. Mientras los indicadores de desempleo y confianza comercial e industrial mejoran desde que se tocó fondo en abril y se acercan a los niveles prepandemia, la masiva destrucción de empleos y la caída en la demanda genera preocupación en el sector privado.

Sin vacuna a la vista, los contagios seguirán inevitablemente creciendo. Solo el autocuidado y los protocolos sanitarios en las actividades económicas reducirán su ritmo de aumento.

Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda

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