Recientemente, la economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, lanzó una alerta a escala mundial que también incluía a Colombia: una gran parte de las economías del planeta, incluida la nacional, están en riesgo de caer en estanflación, una situación altamente temida por los expertos.
Reinhart explicó que países como Colombia tienen “una inflación más alta (o alta) e ingresos más bajos que en el pico anterior”. Esto, por tanto, sube el riesgo de que se dé la estanflación, que se entiende como una coyuntura marcada por indicadores elevados en el IPC al mismo tiempo que un bajo desempeño en el producto interno bruto.
Al mirar las cifras al respecto, si bien pareciera que nos podríamos estar moviendo hacia allá, claramente no estamos todavía cerca de esa situación. Después del repunte de 10,6 por ciento de la economía en el 2021, las previsiones para este año superan en muchos casos el 5 por ciento y, según el FMI, el PIB podría crecer hasta 5,75 por ciento durante este ejercicio.
No obstante, pese a que los pronósticos siguen positivos, los economistas locales ya preveían que la economía se fuera desinflando en los años siguientes al de la recuperación tras la pandemia, para converger en unas cifras más cercanas al avance previo a la crisis, en torno al 3,5 por ciento.
No obstante, no es ninguna novedad decir que el terreno por el que avanza tanto la economía nacional como la internacional será pantanoso durante este año, con factores como la crisis de suministros, las altas inflaciones y, más recientemente, el impacto de la guerra en Ucrania.
Por el otro lado, que la inflación en Colombia -y el resto del mundo- está disparada no se puede negar. En términos anuales, el incremento de los precios llegó en el pasado mes de febrero hasta el 8,01 por ciento, mientras que el dato de marzo, que el Dane dará a conocer la próxima semana, podría estar alrededor de 8,5 por ciento, según la previsión de Corficolombiana.
Dicho esto, vale la pena profundizar en lo que ocurrió ayer con la reunión del Banco de la República. Desde que inició el ciclo de alzas de tasas, actores de la economía nacional, desde el mismo gobierno hasta empresarios y gremios, han alertado frente a los incrementos del indicador de intervención por un posible freno al PIB.
En esta línea, el Emisor realizó ayer un nuevo aumento, de 1 punto porcentual en esta ocasión hasta dejar las tasas en 5 por ciento, nivel que no se veía desde finales del 2017. Y, si sumamos este movimiento a los anteriores del banco central, en apenas seis meses el incremento llega hasta 3,5 puntos porcentuales.
Según empiezan a indicar algunos expertos nacionales, es un hecho que si bien no estamos ahí, la posibilidad de que Colombia entre en un escenario de estanflación se ha incrementado recientemente, pues tanto una inflación que no frena como las fuertes alzas de tasas que se están dando en el mundo podrían llevar a ese enfriamiento en el PIB.
De hecho, algo diciente para algunos expertos del mercado, que esperaban un alza incluso de 150 puntos básicos ayer, es que el incremento por debajo de la previsión podría ser incluso una señal de esta preocupación en el seno del Emisor, de llevar a cabo una normalización más moderada para tratar de afectar lo menos posible el crecimiento.
La buena noticia es que todo parece indicar que Colombia aún no está en el abismo de la estanflación, y por tanto esta nueva preocupación puede ir disipándose en los próximos meses si afloja el incremento en la variación del IPC y si el crecimiento se mantiene vigoroso. Pero, sin duda, este es un temor real.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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