El lanzamiento de la aspiración presidencial del rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, desencadenó una consecuencia en la conformación de la junta directiva del Banco de la República.
Carolina Soto, codirectora del Emisor y esposa del hoy candidato, decidió presentar su renuncia y generó una situación inédita: Iván Duque será el primer mandatario que habrá designado cinco codirectores del banco central colombiano.
Si bien no existía ninguna inhabilidad para que Carolina Soto ocupara su lugar en la junta mientras su esposo desarrollara su campaña a la Casa de Nariño, su salida voluntaria envía una señal tanto de respeto a la institucionalidad del Emisor como de ética frente al servicio público.
En momentos en que muchos funcionarios se aferran a sus cargos, aún en medio de graves señalamientos y multimillonarios recursos en vilo, la tercera mujer en integrar la junta del Emisor prefiere retirarse antes de la mínima lectura de comportamiento inadecuado.
Esta decisión pone automáticamente al presidente Duque en la posición de escoger el quinto miembro de junta de dedicación exclusiva en sus tres años de gobierno.
El sucesor o sucesora se sumará a Roberto Steiner, Bibiana Taboada, Mauricio Villamizar y Jaime Jaramillo -y Arturo Galindo que también renunció-, todos seleccionados por Duque.
Esto es extraordinario ya que el diseño institucional permite al jefe del Ejecutivo la designación de dos de los cinco codirectores dentro del cuatrienio para así ayudar a mantener la independencia del Emisor. No obstante, tanto la reelección de los presidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos como las renuncias anticipadas de varios miembros, incluida la de Soto, han alterado irremediablemente el componente temporal de este arreglo.
La pregunta clave es si esta coyuntura descarrilará el objetivo final del diseño: la autonomía de la junta directiva del Banco de la República frente a la Casa de Nariño.
Es inevitable que esta situación despierte alertas sobre eventuales riesgos a la independencia. Como ya se ha expresado en este espacio editorial, la fortaleza del diseño institucional de la junta del Emisor sostienen el rumbo y los resultados técnicos de sus decisiones colegiadas.
Es poco probable que la persona que designe el presidente Duque en reemplazo de Soto sea entonces la encargada de desequilibrar la autonomía del banco central a favor de la política económica del Gobierno Nacional.
Si bien diseños institucionales como el de la junta directiva del Emisor no están exentos de tensiones, hasta el día de hoy no ha habido señales de intentos o presiones del Ejecutivo para ‘capturar’ al banco central.
Al contrario, tanto la administración Duque como la junta del Banco de la República han resistido la tentación a desplegar propuestas de corte populista que habrían desequilibrado la relación autónoma entre ambas y que habrían tenido graves consecuencias en el manejo de la economía del país.
En los próximos meses no solo el Emisor colombiano sino otros bancos centrales alrededor del mundo tendrán muchos ojos encima de sus decisiones de política.
La dinámica de la reactivación de las economías, sumado a factores como el paro nacional y el encarecimiento de las materias primas e insumos, han elevado las presiones inflacionarias así como cerrando el margen de maniobra para mantener las tasas de interés.
La economía espera que el presidente Duque nombre un nuevo miembro de junta preparado, independiente y con la rigurosidad técnica que demandarán las decisiones de los meses siguientes.
Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda