Cuando se habla de vecinos de Colombia en problemas, la mayoría de las miradas se dirigen a Venezuela, inmersa en una profunda crisis que no tiene solución fácil. Inflación, escasez y falta crónica de divisas, se combinan con una agitada realidad política y un continuo deterioro de la seguridad interna, que tienen en serios aprietos al gobierno de Nicolás Maduro.
Pero si hacia el oriente las cosas están complicadas, en el sur se siguen acumulando las nubes de tormenta. Desde hace meses, los expertos han señalado que Ecuador enfrenta dificultades serias, derivadas inicialmente de la caída en los precios del petróleo, que es su principal fuente de divisas y contribuye con algo menos de una tercera parte de los ingresos fiscales. Como si eso fuera poco, el tener una economía dolarizada no permite acudir a la válvula de escape de la devaluación.
En consecuencia, la administración de Rafael Correa ha tratado de evitar a toda costa que se le caiga la estantería. El motivo fundamental es que volver al sucre y abandonar la moneda estadounidense como unidad de valor, sería muy impopular, pues la ciudadanía recuerda todavía las épocas de la hiperinflación, anteriores a 1999, cuando se adoptó el billete verde. Puesto de otra manera, el respaldo que el mandatario tiene aún entre la ciudadanía se esfumaría, eliminando de paso la posibilidad de otra reelección en el 2017.
Así las cosas, el camino elegido pasa por un fuerte aumento del déficit fiscal y de la deuda pública, que a finales de marzo pasado alcanzó los 31.697 millones de dólares, el doble que en el 2010. Lo anterior no incluye una venta anticipada de petróleo a China por 7.000 millones de dólares, cuyo pago igual impacta las cuentas externas y el recaudo tributario.
Aunque, en teoría, habría campo para un apretón adicional del cinturón, que se sume a los ahorros ya decididos después de que el presupuesto actual se construyó con un escenario de 79,9 dólares por barril de crudo, Quito se niega a hacerlo, pues el gasto estatal es el principal motor de la actividad interna. Hace poco, el Banco Central se vio obligado a recortar su pronóstico de crecimiento al 1,9 por ciento en el 2015, menos de la mitad de lo que se esperaba hace unos meses.
Por tal razón, Correa ha preferido las soluciones innovadoras. Una fue la propuesta de elevar sustancialmente el impuesto a las sucesiones, algo que ocasionó una gran oleada de protestas que le llevaron a ‘aplazar la iniciativa’, por lo menos hasta que pase la visita que el Papa Francisco hará a Guayaquil y Quito, programada para comienzos de julio. Más allá de los detalles del proyecto de ley, el mensaje es que se buscan desesperadamente dineros para el fisco
Más difícil de explicar es un decreto expedido semanas atrás, que obliga a las entidades financieras a usar un sistema electrónico de transferencias, con el supuesto fin de modernizar el esquema de pagos y sustituir la demanda de efectivo. Para más de un observador, esa es una señal de que hay un problema de liquidez agudo en las arcas públicas, cuya falta de transparencia es cada vez mayor.
Quienes saben de historia, sostienen que son claros los paralelos entre lo que está sucediendo en Ecuador y los esfuerzos de Argentina en el 2001, orientados a defender la convertibilidad del peso. Tanto en ese momento como en este, tuvo lugar un considerable incremento de las deudas estatales y el uso de mecanismos que, en la práctica, equivalían a una emisión, sin tener el respaldo de los dólares requeridos.
El desenlace en el caso de los australes es conocido, comenzando por el ‘corralito’ bancario, que borró buena parte de los ahorros de cientos de miles de personas y al que le siguió un largo periodo de inestabilidad. En lo que atañe a los ecuatorianos, la incógnita sigue, pero no va a ser sencillo que Rafael Correa consiga mantener la casa en orden.
Ricardo Ávila Pinto
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