Que el 2023 se perfila como un año en que la economía colombiana -y la global- experimentará un drástico freno en seco no es novedad alguna y ya ha sido ratificado prácticamente en consenso por los observadores y analistas del mercado.
No obstante, una cosa son los pronósticos sobre el desempeño del PIB nacional para finales de este año -que, por ejemplo, el Banco de República revisó ayer a la baja a 0,2 por ciento- y otra los síntomas de ese deterioro en el dinamismo.
En otras palabras, el cómo se está empezando a sentir en distintos indicadores, frentes y sectores.
Si bien las primeras semanas de este 2023 ya empezaron a dar alertas preocupantes como la inflación -que no tocó techo en diciembre pasado- las señales de la desaceleración ya empezaron a evidenciarse en el último tramo del año pasado.
El Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) alcanzó a marcar dos dígitos en el primer semestre del año pasado, en noviembre bajó a un 3 por ciento.
A lo anterior se añaden las dinámicas de industria y comercio -dos ramas potentes de actividad económica- que vienen marcando registros positivos, pero en tendencia a la baja en los últimos meses de 2022.
Una mirada rápida a ventas al detal, construcciones, vehículos, entre otros, ya muestran tasas de crecimiento menores a las de principio del año anterior. Todo esto en un entorno de alta inflación, altas tasas de interés, endeudamiento más costoso y una confianza reducida en empresarios y consumidores.
Preocupa además que estos síntomas terminan por derivarse en un menor ritmo de crecimiento del empleo para este año que apenas comienza.
Esa es una pésima noticia que trae la desaceleración ya que la creación de puestos de trabajo se golpea.
La economía colombiana ha dado muestra de resiliencia en el pasado y podría desmentir a los pronósticos más pesimistas.
Sin embargo, las primeras semanas del 2023 han estado marcadas por duras discusiones públicas sobre el rumbo, la naturaleza y la sustentación técnica de varias reformas que el gobierno Petro aspira impulsar en este primer semestre.
Aún es pronto para calibrar los efectos que estas reformas desaten en tiempos de desaceleración.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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