Estados Unidos enfrentaba hace 70 años un desafío cuantitativamente similar al nuestro en la actualidad: la incorporación masiva de jóvenes a una sociedad moderna.
Los siguientes tres párrafos son un resumen de la respuesta institucional de ese país a tal reto.
“La mayor participación del Gobierno federal en educación fue la ley denominada ‘GI Bill of Rights’, promulgada para proporcionar oportunidades a los soldados que regresaban de la II Guerra Mundial.
La ley, sancionada el 22 de junio de 1944, les permitió ajustarse a la vida civil en términos de hospitalización, adquisición de vivienda, iniciación de negocios y, especialmente, educación.
Para que pudieran asistir a todo tipo de educación, la ley les concedió pago de matrículas, gastos de sostenimiento, libros, equipos y servicios de consejería. Los soldados podían escoger la institución de su preferencia y estas aceptaban a quienes cumplieran con sus requisitos de admisión.
Aproximadamente, ocho millones de jóvenes recibieron beneficios educacionales.
De ese número, 2,3 millones se matricularon en instituciones de educación superior (más de 2 millones en colegios comunitarios), 3,5 millones asistieron a escuelas y colegios, y 3,4 millones recibieron entrenamiento en las empresas. La ley representó una inversión de 14 mil millones de dólares.
Este aumento en la matrícula en educación superior tuvo notables consecuencias.
Muchos grupos socioeconómicos excluidos pudieron asistir a programas de ese nivel. Se prepararon ingenieros y técnicos para una economía de base tecnológica.
La educación sirvió como transición suavizadora de los traumas y tensiones entre la guerra y la paz.
Las entidades de educación superior se transformaron. Añadieron nuevos programas de educación vocacional en educación, comercio, agricultura, minería, pesca, entre otros, que antes formaban parte de la educación no formal.
La población estudiantil dejó de estar concentrada entre los de 18 y 23 años de edad.
Los veteranos tenían pasión por aprender y un mayor sentido de responsabilidad que los estudiantes tradicionales. La idea de que la educación superior era un privilegio para los provenientes de una ‘buena cuna’ se resquebrajó para siempre.
En la columna de Portafolio ‘Del dicho al hecho’ (03-09-2013) se señaló que nuestro reto es incorporar a ocho millones de jóvenes entre los 17 y 31 años, a una sociedad emprendedora y participativa.
Afortunadamente, contamos con buenas bases y existe consenso social y político sobre esta prioridad.
El próximo 7 de marzo, la Universidad de Ibagué, el Innovar y el Ceres, de Purificación (Tolima), anunciarán en ese municipio a las 11 de la mañana la iniciación de una red departamental cuya misión es responder a ese reto de manera masiva, viable y con calidad.
Esa red nace de la experiencia de 15 años del Innovar, una recomendación de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo. Uno de los sabios integrantes de dicha Misión, el doctor Manuel Elkin Patarroyo, oriundo de un municipio cercano, Ataco, pronunciará el discurso inaugural del acto.
La fusión Ceres-Innovar ha sido apoyada por el Ministerio de Educación; la Gobernación del Tolima; la Alcaldía de Purificación; las universidades de Ibagué, del Tolima y Uniagraria; Colciencias; el Sena; la Esap; Ecopetrol, y Petrobras. Esta celebración es la ocasión para ampliar y consolidar estas alianzas.
Eduardo Aldana V.
Profesor universitario
ealdana@uniandes.edu.co