Para establecer el balance social entre lo que se buscaba con las medidas tomadas para combatir el virus Sars-cov 2, que de acuerdo con las proyecciones del INS era una reducción de unas 20.000 muertes, con una expectativa de vida acumulada de 120.000 años-vida, y los costos sociales de estas medidas, es preciso ahora establecer cuáles son estos. El listado es largo, pues la caída en el PIB que sufrirá Colombia por el aislamiento obligatorio y la parálisis prolongada de la actividad nacional, que Fedesarrollo estima en hasta 7,8% y es posible que llegue a dos dígitos, conducirá a cierres masivos de negocios y a un aumento en el desempleo. El costo en vidas y en bienestar de esta caída será enorme.
Ya en marzo el número de personas ocupadas cayó en 1,6 millones. Cuando, en medio de incapacitantes protocolos, les permitan operar, muchas empresas encontrarán que ya no son viables y cerrarán, como ya lo han anunciado decenas de miles, eliminando empleos que tardarán años en recuperarse. Se estima que en pocos meses el número de desocupados aumentará en varios millones, como también lo hará el de personas que caerán bajo la línea de la pobreza. Y el desempleo y la pobreza son mortales.
El desempleo aumenta en 50% el riesgo cardíaco, lo que, en un país con 45 mil muertes anuales por patologías cardíacas, conducirá a decenas de miles de muertos adicionales. Y duplica y puede triplicar la tasa de suicidios, amén de generar toda suerte de patologías no mortales, pero sí incapacitantes. Y causa pérdida de salud y de vidas por alcoholismo y adicciones a las drogas, además de los daños en vidas y salud por el aumento en la violencia, intrafamiliar y callejera. Mata, y deteriora la salud general del desempleado y su familia.
En cuanto a la pobreza, países como el Reino Unido han establecido una menor expectativa de vida de unos ocho a diez años en las clases más pobres, por causas que van desde una mortalidad infantil 2,5 veces mayor a mala alimentación y mayor incidencia de enfermedades.
Al caer más de cinco millones de personas por debajo de la línea de pobreza, se perderán al menos 40 millones de años-vida. Esto sin hablar de efectos de largo plazo como los que se dan al afectar el desarrollo mental de los niños o las mayores deficiencias en su educación. O sobre la equidad.
Hay muchos otros costos en las medidas, como los enormes costos en vidas y bienestar generados con la parálisis de buena parte del sector salud, nacidos de diagnósticos tardíos y ausencia de atención oportuna. Siendo imposible completar tan larga lista en este corto espacio, basta añadir que la caída en el PIB bajará tremendamente el nivel de vida de todos los colombianos, particularmente el de los más pobres. A lo que se añade el gravísimo costo de las medidas desde el punto de vista de la pérdida de libertad y violación de los derechos de los ciudadanos.
El balance social muestra que el costo social de las medidas impuestas excede su beneficio. Y que con cada día que pasa, la situación se agrava. Es urgente que se actúe con una visión completa y no parcial del panorama social y se tomen las medidas requeridas para remediar el brutal daño social que el país está sufriendo. Y que se enfrente con decisión a los demagogos locales dedicados a buscar réditos políticos explotando el miedo de la ciudadanía.
Emilio Sardi Aparicio
Empresario