JUEVES, 07 DE DICIEMBRE DE 2023

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Emilio Sardi

Enfermedad holandesa

En los años 60, se pensó que la explotación de los grandes yacimientos de gas natural descubiertos por Holanda, cerca del Mar del Norte, llevaría a su enriquecimiento generalizado.

Emilio Sardi
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Emilio Sardi

No fue así. El gran aumento en sus ingresos externos causó la apreciación de su moneda, la destrucción de su industria y agricultura, y el empobrecimiento de vastos sectores del país. Desde entonces, se llama ‘enfermedad holandesa’ al fenómeno de expansión del ingreso de divisas por auges en la exportación de recursos naturales (petróleo y minerales) que, sin las medidas adecuadas, genera revaluación de la moneda local y contracción y pérdida de empleos en otros sectores productivos y efectos negativos finales en la economía como un todo.

Desde hace años, Colombia viene sufriendo este proceso. Por un lado, el país depende cada vez más de una actividad minero-petrolera que recibe grandes ingresos de divisas por aumentos en la producción y en precios mundiales de esos recursos, además de los generados por la inversión extranjera en esos sectores, que constituye el grueso de la que recibimos.

Por el otro, la industria y el agro perciben su competitividad, interna y externa, destruida por la revaluación generada por los ingresos minero-energéticos, mientras se ven acosados por la apertura ciega de nuestras fronteras y la firma sin ton ni son de TLC sin estudios ni objetivos serios.

En el 2011, el sector minero-energético creció 15%, mientras la industria fue lo hizo 4% y el agro 2%. Entre enero y junio de 2012, las exportaciones de combustibles y minerales aumentaron 17%, para llegar al 67% del total, mientras las exportaciones agropecuarias, de alimentos y bebidas cayeron 13%. Las de manufactura crecieron 8%, porque incluyeron las reexportaciones de aviones por importación temporal, ensamble o reparación. En ese periodo, el dólar cayó 8%, empujado, además, por el Emisor, el cual, para combatir el crecimiento de la economía ha elevado los intereses a niveles altos y estimula en, lo posible, el influjo de capitales golondrina que no hallan en el mundo un nido más seguro y rentable que el que esa augusta entidad les proporciona.

Aparte de la necesidad de cambiar un modelo económico, que en 20 años ha demostrado no servir para generar empleo, sino desempleo, urge evitar que la enfermedad holandesa acabe de destruir la capacidad productiva del país. La locomotora de la minería está trabajando a full, pero para acabar con los sectores que generan trabajo. La cuenta es clara: la minería e hidrocarburos generan apenas el 1% del empleo total, mientras que, la industria crea el 13% y la agricultura el 17%.

Las opciones para proteger a los sectores amenazados o en vías de destrucción incluyen subsidios, incentivos directos o indirectos, y políticas tributarias de apoyo. Se debe, además, controlar la tasa de cambio y buscar racionalidad en la inversión de los ingresos petro-mineros. Y hay que reevaluar las políticas comerciales e identificar sectores estratégicos para los que sea necesario asegurar un margen razonable de protección en sus mercados nacionales, por su valor como generadores de empleo productivo significativo, y por ser decisivos para el crecimiento sostenible y futuro del país. Por divisas no debemos preocuparnos, pues el petróleo y los minerales se exportan sin tratados. Y en eso somos ricos.

EMILIO SARDI

EMPRESARIO

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