Es enorme el agradecimiento que les debemos a quienes, con valor y abnegación, han velado por nuestra salud durante esta crisis. Hay, sin embargo, un grupo entre ellos al que quisiera rendirle tributo adicional. Me refiero a quienes, además de luchar en la primera fila por los pacientes, han enfocado sus esfuerzos en atacar racional y científicamente el problema.
Y cuando digo científicamente, hablo de científicos de verdad, no de los de salón. Científicos con la capacidad de deducir, de proponer, de experimentar y, sobre todo, de actuar de acuerdo con sus convicciones. Médicos, además, en el sentido completo de la palabra, obsesionados por sanar a sus pacientes.
Esos científicos no aceptaron la absurda recomendación inicial de la OMS de no atender la etapa temprana de la covid-19, ni cayeron en la trampa de creer que, por ser nuevo, el virus chino Sars-COV 2 solo era vulnerable a medicamentos nuevos. Y basando su estrategia en el uso de fármacos ya conocidos, han ido generando opciones de gran valor para reducir la morbilidad y mortalidad de la covid-19.
Han adelantado esta labor en forma responsable y prudente. Con gran atención a la seguridad de los pacientes y grandes limitaciones en los recursos, pues, al usar substancias que ya son de dominio público y baratas, sin protecciones patentarias, no han tenido acceso a los ingentes recursos disponibles para las investigaciones de medicamentos nuevos de alto precio. Y el avance ha sido portentoso.
El Montreal Heart Institute acaba de publicar un estudio doble-ciego aleatorizado con más de 4.000 pacientes en el que prueba que una substancia usada por siglos reduce las hospitalizaciones y las muertes por covid-19.
Y el mundialmente reconocido doctor Thomas Borody ha desarrollado un protocolo contra la covid-19 basado en otra substancia, usada desde 1980, que ya fue adoptado en Australia, país que reporta 35 muertes por millón de habitantes, mientras Colombia reporta 1.011.
En los EE. UU., el trabajo más serio en esta área es el de la FLCCC (Front-Line Covid-19 Critical Care Alliance). Esta alianza, dirigida por el doctor Paul Marik, el segundo especialista en cuidados intensivos más publicado en el mundo, citado más de 36.000 veces en publicaciones sujetas a revisión de otros profesionales, con el apoyo de especialistas como los doctores Pierre Kory y Joe Varon, ha recogido un impresionante acervo de información sobre la prevención y atención de la covid-19.
En Colombia, Cali cuenta con un grupo de más de cien especialistas como el doctor Marco Martínez, quien recientemente reportaba más de 500 tratamientos exitosos.
Y es realmente extraordinario el éxito del grupo liderado por el doctor Oscar Gutiérrez en los ancianatos locales.
Ante un foco de 59 de 253 ancianos contagiados en el Asilo San Miguel, ese grupo logró que ninguno muriera y sólo 19 fueran hospitalizados. En otro ancianato, con 242 internos, los llamaron cuando ya habían muerto dos y había tres hospitalizados.
Con su llegada, no hubo ni un muerto ni un hospitalizado más. Esto en unas poblaciones confinadas y frágiles, con edad promedio de 77 años, mientras la mortalidad mundial para casos similares ha oscilado entre 20% y 80%. A todos ellos, mi admiración y mi agradecimiento.
Emilio Sardi Aparicio
Empresario.
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