Fernando Botero es el embajador cultural y artístico más representativo de Colombia. Su obra es reconocida en todos los continentes; es el artista vivo con mayor número de exhibiciones e incluso algunos conocedores del arte contemporáneo se atreven a decir que es el artista vivo más importante del mundo.
Con lo anterior en mente, decidimos presentar en Ottawa el documental sobre su vida y obra, dirigido y producido por los canadienses Don Millar y Eric Hogan. Dicho producto es el resultado de un buen maridaje entre el talento colombiano y la calidad cinematográfica canadiense.
En momentos de cambios y divisiones sociales, el arte constituye un puente que nos une alrededor de la búsqueda de la belleza, trascendiendo así las posturas y opiniones políticas.
El arte cohesiona, y así lo pudimos atestiguar con la proyección del documental sobre Botero en la capital canadiense.
La diplomacia del siglo XXI exige que los embajadores salgamos de recintos privados en donde se discuten asuntos de carácter bilateral y multilateral, para pasar a conversar con los diferentes actores sociales sobre materias que superen la conversación política. La diplomacia pública es una manera efectiva de comunicar las características de nuestro país y las prioridades del Estado.
En el documental, es posible apreciar buena parte de la historia reciente del país desde su perspectiva, quien con dibujos, pinturas y esculturas ha logrado transmitir al mundo, retos nacionales y características como sociedad, con dramatismo y belleza, como es el caso de la tragedia ocurrida en 1995 en el Parque San Antonio de Medellín, en donde una bomba acabó con la vida de 23 personas, además de afectar la escultura de una paloma que Botero había donado a la ciudad en el año 95.
Posteriormente, se muestra como cinco años después, el maestro regaló otra obra igual y pidió fuera expuesta al lado del pájaro herido por la bomba “como un recuerdo de la imbecilidad de la criminalidad en Colombia”. Un testimonio para la memoria de nuestro país no solo de dolor sino de esperanza y determinación.
Ese mismo año, durante la inauguración del Museo de Antioquia, el maestro Botero manifestó: “… que nuestra ciudad ya no sea más la del cartel de la droga, ni de la violencia y los sicarios, sino más bien de la educación y el progreso”.
Estas palabras aún tienen vigencia y se extienden más allá de las fronteras de Medellín para hablarle al mundo sobre Colombia.
El presidente Iván Duque ha insistido a los embajadores que “la diplomacia cultural sea una actividad diaria y permanente”.
El talento y la creatividad de nuestros artistas facilitan dicha labor que, además de expresar y dar a conocer un poco de lo que es nuestro país, constituye un puente de encuentro y diálogo sobre búsquedas comunes como personas y sociedades.
Federico Hoyos Salazar
Embajador de Colombia en Canadá
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