Lo sucedido con la revalorización de la tasa de cambio por el incremento del precio del petróleo y los principales commodities parece un déjà vu. Cada vez que la economía colombiana pasa por una situación similar, la consecuencia es que las importaciones aumenten a un múltiplo muy superior de la tasa de crecimiento de la economía, y, además, se desincentiven otras exportaciones e incluso la producción local. Puede parecer absurdo, pero las importaciones crecen mucho porque Colombia importa poco.
Nuestra economía sigue siendo cerrada al comercio internacional. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, las importaciones de Colombia antes de la apertura de 14,8 por ciento en 1990 respecto al PIB, aumentaron a 20,7 por ciento en el 2016, en tanto que las exportaciones de 20,6 por ciento en 1990 se redujeron a 14,2 por ciento en el 2016. Es decir, que los valores importados crecieron más rápido, pero la economía siguió poco abierta 25 años después.
Para entender mejor, utilizo un ejemplo presentado en un artículo por el economista brasileño Alexandre Schwartsman. Supongamos dos economías (C y A) idénticas en todo, excepto en su volumen de comercio exterior, en donde el PIB y la demanda doméstica de ambas equivalen a 100 unidades, solo que en la economía C, las exportaciones e importaciones son de 10 unidades cada una, en tanto que en la economía A alcanzan 50 unidades. Ahora, imaginemos que la demanda se incrementa en 5 por ciento, manteniendo el PIB constante, para equilibrar la demanda y la oferta de la economía, el país C necesita importar 15 unidades con incremento de 50 por ciento, mientras que el país A importa 55, aumentando solo 10 por ciento sus importaciones.
La reacción de la importación a la demanda doméstica del país C sería 10, es decir, 50 por ciento de aumento de importaciones para 5 por ciento de expansión de la demanda, mientras que en el país A apenas sería de 2, o sea, 10 por ciento frente al 5 por ciento.
Como se observa, la respuesta absoluta de las importaciones a la demanda doméstica es la misma, pero el crecimiento porcentual de las importaciones a la demanda doméstica de la economía más cerrada C, como Colombia, es mucho mayor. Esta situación es parecida si solo una fracción del crecimiento de la demanda es atendido por importaciones, en cuyo caso el PIB aumentará. Este caso se traduce en un enorme crecimiento proporcional de sus importaciones para cubrir la diferencia entre demanda interna y producción local.
También el aumento del coeficiente de importaciones puede tener aspectos buenos y malos. Por el lado positivo, hay aumento del consumo con menores presiones inflacionarias, pero el creciente déficit de la cuenta corriente está dejando al país más expuesto a desequilibrios fiscales. Pero mientras se mantenga poco abierta y con baja diversificación la economía colombiana, grande será la necesidad de apreciaciones o depreciaciones cambiarias ante choques externos. Solo bajo un escenario que cree las condiciones de estabilidad con moneda fuerte y baja volatilidad, será posible la integración de cadenas productivas con el exterior para crecer de forma continua y que industriales y comerciantes en Colombia –exportadores o importadores– puedan, al fin, superar tantas frustraciones, grandes pérdidas y los perjuicios que a través de los años han tenido que enfrentar.