La pandemia del coronavirus se ha desatado sobre América Latina y el Caribe con un doble impacto: el sanitario y el económico. En paralelo con el incremento diario de los contagios de la covid-19 en la región, las estimaciones de crecimiento proyectan la caída más severa en prácticamente un siglo.
Así lo confirmó ayer Antonio Guterres, el secretario general de las Naciones Unidas, al presentar un informe sobre las políticas contra el impacto del coronavirus en América Latina y el Caribe. La pandemia sería responsable por una contracción de 9,1 por ciento en la economía regional a finales de 2020.
La ONU estima una disparada del desempleo de 8,1 por ciento a 13 por ciento con aproximadamente 44 millones de personas que se quedarán sin trabajo. En materia de pobreza, las estimaciones son aún peores. Los países latinoamericanos experimentarían un incremento del 7 por ciento de la población en condición de pobreza para llegar al 37,2 por ciento.
Esto no solo borraría buena parte de los recientes avances hemisféricos en la lucha contra la desigualdad, sino también implicaría el regreso de 45 millones de nuevos pobres. Por donde se le mire, una tragedia social y económica.
Deficiencias estructurales de la región como la debilidad en los sistemas de salud, las condiciones de hacinamiento en las ciudades, la informalidad y la vulnerabilidad laboral de millones, entre otras, se están traduciendo en altas tasas de contagios per cápita. Mientras que por el lado económico, el desplome del comercio global de materias primas y el turismo así como la inequidad hunden el crecimiento económico.
Colombia no está exenta de estos impactos socioeconómicos de la covid-19 que sufren los países de la región. Un doble mensaje de advertencia queda de estas proyecciones.
El primero es mantener las ayudas orientadas a los más pobres y el segundo es la urgencia de recuperar la economía con equidad.
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