Una de las consecuencias del segundo pico de contagios que Colombia atraviesa en estos momentos fue que la alcaldía de Bogotá echó para atrás su decisión de que los colegios públicos capitalinos aplicaran el modelo de alternancia. Las razones del Distrito Capital son de corte sanitario ante la alarmante disparada de casos de coronavirus y fallecimientos en la ciudad en las últimas semanas.
Si algo quedó claro de la primera ronda de cuarentenas del año pasado en el país es el severo impacto que los niños y adolescentes han experimentado por el cierre permanente de escuelas y centros educativos. En especial, los estudiantes más pobres, sin conectividad y con dificultades para el estudio remoto.
Lo que en principio constituyó una medida de protección de los menores en medio de la pandemia se transformó, con el transcurrir de los meses, en una de las decisiones de salud pública más criticadas a nivel global.
Durante el año de cuarentenas múltiples estudios fueron publicados alrededor de los niveles de riesgo, relativamente bajos, que enfrentarían los pequeños al regresar a las aulas escolares. Para muchos economistas, el rezago de los menores de edad en materia educativa, nutricional y de socialización terminaba siendo mucho más alto que la protección generada por el cierre de los colegios. Además, la educación remota cuenta con ventajas como solución de emergencia pero grandes problemas como modelo más permanente.
De hecho, un componente principal de la llamada “nueva normalidad” es el paulatino retorno de los muchachos a los salones mediante el formato de la alternancia. La alerta roja que hoy está instaurada en Bogotá impide que los colegios públicos inicien el año escolar 2021 con alternancia y reduzcan la actual virtualidad.
No obstante, apenas esta condición de emergencia se levante, el Distrito debe reasumir su plan para la apertura gradual de las escuelas públicas así como el resto de ciudades en el país.