La economía mundial transita hacia una severa recesión en este año gracias a la propagación del coronavirus covid-19 y los impactos de las drásticas medidas para combatirlo. La pandemia global ha enviado a casi un tercio de la humanidad a algún tipo de restricción o cuarentena, desatando parálisis en la mayoría de las actividades productivas en el planeta.
La debacle económica de 2020 no solo será dura, sino que desde ya muchos analistas la ubican dentro de las más grandes de la historia reciente. Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo afirmó el pasado lunes: “el pronóstico de crecimiento global para este año es negativo, con una recesión tan mala e incluso peor que l a de la crisis financiera global (de 2008)”.
De hecho, las proyecciones de distintos organismos y centros de estudio estiman hoy desplomes considerables en la economía mundial. Para la Ocde, por ejemplo, la caída de 1,5 por ciento del PIB para este año ya luce muy optimista.
América Latina no se salva del golpe. El Instituto de Finanzas Internacionales proyecta una entrada en terreno negativo del crecimiento de la región en 2,7 por ciento, mientras que Goldman Sachs también visualiza una contracción que supera el 1 por ciento.
Los bancos centrales de las economías más grandes ya están disparando poderosas ‘bazucas’ monetarias, y los gobiernos abultados paquetes fiscales para mitigar los impactos que las cuarentenas y el aislamiento social están generando en la actividad económica mundial.
Técnicamente, una recesión implica dos trimestres seguidos de descenso en el PIB. La incertidumbre que rodea la lucha contra la pandemia global y el tiempo en que las economías seguirán semiparalizadas alimenta las proyecciones de que en este año el mundo registrará esa contracción. También son inciertas la magnitud y la severidad del colapso y qué tan rápido sería la recuperación.
