La economía de América Latina ha tenido pocas buenas noticias en el último año. Fue la región del mundo más golpeada por los contagios del coronavirus, lo que acabó llevando a que el golpe económico fuera también de los más destacados a nivel internacional.
Ante esto, ayer la Cepal le dio un pequeño alivio a Latinoamérica, al mejorar su previsión de crecimiento del producto interno bruto (PIB) para la región del 3,7 por ciento que esperaba en su informe de diciembre, al actual 4,1 por ciento.
No obstante, la entidad recordó que la caída durante el 2020 asciende a 7,1 por ciento, lo que hace que aunque las perspectivas sean mejores, el rebote será claramente insuficiente para este año.
Pero la agencia de la ONU para la región no comparte el optimismo que llega de otras partes del mundo como Estados Unidos, que va camino de registrar su mejor año en al menos cuatro décadas. Alicia Bárcena, su secretaria ejecutiva, recuerda que hay un acceso desigual a la vacuna y que los repuntes incluso al interior de América Latina serían asimétricos.
La misma previsión de crecimiento de 4,1 por ciento tampoco permite celebrar. Como explica la Cepal, la mayor parte del rebote es simplemente por el componente estadístico, y muy seguramente menos del 1 por ciento acabará siendo de crecimiento real. Y el otro aspecto para el pesimismo es el antecedente histórico.
Como ha repetido la Cepal en varias ocasiones, si después de este repunte de 2021 volvemos a crecer a tasas de 1,8 por ciento promedio como en la última década, la recuperación tardaría hasta 2024. Pero si se avanza el 0,3% promedio del último sexenio, no se recuperará lo perdido en al menos una década.
Latinoamérica tiene un panorama difícil por delante. Hay trabajo por hacer.