El pasado viernes el informe de mercado laboral del Dane confirmó que, en materia de empleos, el arranque del 2021 constituyó un bache en el camino de la recuperación.
La tasa de desempleo nacional del 17,3 por ciento no solo es la más alta desde hace seis meses sino también profundiza tendencias preocupantes como la brecha entre hombres y mujeres y la salida de la ocupación de personas con menor nivel educativo.
Superado el segundo pico de contagios y los confinamientos en las grandes capitales asociados a él y con la vacunación en marcha, los analistas económicos esperan un mejoramiento en febrero de la dinámica tanto del empleo como de la economía en general.
No sobra entonces reiterar la necesidad de que el proceso de reactivación económica jalone la recuperación del empleo con equidad. Si bien la mejor estrategia contra la pobreza es el crecimiento económico- y mucho más en tiempos de crisis- éste necesita un empujón desde la política pública para desembocar en puestos de trabajo estables, dignos y equitativos.
Dejar la generación de empleo única y exclusivamente al goteo de la reactivación empresarial de los sectores terminará con una recuperación desigual. Que los datos registren más de 4 millones de desempleados, el nivel de ocupados por debajo de los 20 millones y Bogotá aportando un cuarto de los desempleados en enero, es un escenario que demanda una política integral de creación y protección de puestos de trabajo.
Ya es momento de hacerle un corte de cuentas a las promesas de generación de empleo que traen las 554 iniciativas del plan de reactivación de la economía que impulsa el Gobierno Nacional. Asimismo es perentoria la decisión del Ejecutivo sobre una agenda de reformas y cambios en materia laboral que no se limiten a la inaplazable regulación del trabajo en casa y se ajusten a los nuevos tiempos.
El constante pesimismo en los hogares confirma que al empleo no hay que dejarlo atrás.
Francisco Miranda Hamburger
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