La recién detectada variante del coronavirus, ómicron, ya oficialmente está presente en América Latina. Las autoridades brasileñas anunciaron que detectaron un caso de covid-19 en un viajero desde Sudáfrica, donde se identificó la variante. Ya son 21 países en menos de una semana que han reportado contagios con la ómicron en sus territorios.
Mientras se dan esos desarrollos en el frente sanitario, los impactos en el frente económico continúan. Los países ricos han desplegado restricciones aéreas con vuelos provenientes de Sudáfrica y naciones cercanas, que fueron los que paradójicamente identificaron la variante para el resto del mundo. Los mercados, que cayeron el pasado viernes, volvieron a reaccionar negativamente ante las declaraciones del CEO de Moderna sobre la posible reducción de la efectividad de las vacunas contra el covid-19 ante la nueva variante.
La incertidumbre ya está golpeando varias industrias como los viajes, la hospitalidad y el turismo, que se venían reactivando, así como despertando alertas sobre el mantenimiento de la inflación. La irrupción de ómicron tendrá, en algún momento, algún grado de impacto en el consumo, en especial, en las economías más desarrolladas. Sea mediante restricciones gubernamentales o por mayor autoprotección de los ciudadanos, es factible que el retorno a la presencialidad en oficinas, comercios, restaurantes y cines se vea frenada.
Un alza en la incertidumbre en la salud, los mercados y el consumo constituye una amenaza tangible a la senda de reactivación de la economía global. Ómicron es ya motivo de preocupación sanitaria y económica y, conforme se vaya estableciendo su magnitud y peligrosidad, las medidas deben aplicarse. Por ahora, Colombia debe continuar su camino.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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