En las últimas semanas cada vez se han vuelto más recurrentes los análisis de firmas y entidades internacionales que han venido incrementando sus probabilidades de que la economía internacional -y también la de Estados Unidos-, vaya directo a una nueva recesión, pronósticos que ya llegan hasta el 50%.
Con estas noticias de fondo, ayer se conoció que el producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos, en su medición definitiva, registró en el primer trimestre de este año una contracción de 1,6%. Si bien el dato visto de manera individual ya es negativo, el hecho de que en el segundo cálculo fuera de -1,5% y en el primero de los tres marcara una caída de 1,4%, muestra que la tendencia, lejos de mejorar, ha ido hacia un mayor pesimismo.
El problema es que más allá del PIB del primer trimestre, otros indicadores recientes oscurecen el panorama, como el CFO Survey de la Fed de Atlanta y Richmond y la Universidad Duke, el cual dijo ayer también que el optimismo económico bajó a 50,7 puntos, el nivel más bajo en EE. UU. desde el 2012.
Pese a estos datos, Estados Unidos, al menos todavía, no se encuentra en recesión técnica, pues tal como indican los economistas se deben encadenar al menos dos trimestres consecutivos de contracción económica para entrar en esa condición, e incluso podría ocurrir que no llegara a pasar, pero el panorama no pinta bien, especialmente con una inflación que no da tregua tampoco en ese país, la Reserva Federal subiendo sus tasas de manera más agresiva, y con el golpe que supondrán todavía hacia delante la guerra en Ucrania y los problemas de suministro.
El futuro económico cercano de EE. UU. no es el más claro, y eso puede afectar tanto al dinamismo del mundo, como de Colombia.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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