Ayer el presidente de la República Iván Duque y el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, oficializaron la selección del consorcio Apca Transmimetro para la construcción y operación de la primera línea del metro capitalino.
El consorcio ganador es de origen chino que firmará el billonario contrato en 45 días, comenzará las obras en el primer trimestre de 2020 y se terminarían en el año 2025. El proyecto también contempla 20 años de operación.
Esta adjudicación marca un hito trascendental para Bogotá en su largo camino de décadas para construir su metro. Este es el mayor avance logrado en esa dirección y han sido casi 80 las distintas instancias que el más grande proyecto de infraestructura ha sorteado en los últimos tres años y medio.
Es justo reconocer el respaldo institucional y financiero que la administración distrital ha brindado a la primera línea del metro. A pocas semanas de terminar su mandato, el alcalde Peñalosa ha llevado este sueño de los capitalinos cada vez más cerca de convertirse en una realidad.
Con sus 24 kilómetros y 16 estaciones, este primera línea transformará la movilidad. Si bien sólo recogerá un porcentaje bajo de la totalidad de los viajes diarios de la ciudad, marcará el futuro de los sistemas de transporte en Bogotá.
Por ser elevado su viaducto tendrá un impacto urbanístico que el Distrito tendrá que dimensionar y compensar en los años futuros. La duración de su construcción copará prácticamente los cuatro años de la entrante administración.
Al igual que en elecciones anteriores, la campaña de este año tuvo al metro como uno de sus temas más álgidos y enfrentó la oposición de poderosos bloques políticos de la ciudad. Que el proyecto continúe avanzando no significa que no siga en la mira de sus contradictores, ni que no será víctima de decisiones judiciales. Sería lamentable frenarlo a estas alturas, tan cerca de la primera piedra.
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