El endeudamiento de la economía mundial no es un tema nuevo, y organismos como el FMI o el Banco Mundial llevan años alertando sobre las consecuencias de esta tendencia, constante después de la Gran Recesión.
Pero lo que otros años eran olas que iban incrementando poco a poco las obligaciones de las economías del planeta, en este 2020 amenaza con convertirse en un tsunami que no solo lleve las deudas a nuevos niveles récord, sino que incremente los riesgos de impago y ponga en jaque la estabilidad de muchos países, tanto desarrollados como emergentes.
Los cálculos del Instituto de Finanzas Internacionales prevén que la deuda de la economía mundial llegará al 365% del PIB, o lo que es lo mismo, unos US$277 billones. Esto, tras crecer en conjunto alrededor de US$15 billones durante la pandemia, un tamaño similar al de China, la segunda potencia global.
Y no solo aportan los gobiernos, pues los sectores públicos responden por una deuda del 104,8% del PIB. También suma el 103% que corresponde a las empresas, 90,2% del sector financiero y el 65,3% de los hogares. ¿El panorama? el dato llegaría a US$365 billones al 2030, cifra cada vez menos sostenible.
En medio de este temporal se encuentra Latinoamérica, que si bien mantiene su deuda pública por debajo del 75% de su PIB, también registra importantes ascensos por las medidas que los gobiernos han tenido que adoptar para enfrentar la pandemia. De hecho, el alza de Colombia está entre los más destacados de toda América Latina.
Esta ola de endeudamiento en el país y en la región se esperaba y se comprendió por las calificadoras, pero ese crédito no durará para siempre, y si los gobiernos no empiezan a trabajar cuanto antes en volver a la senda de la sostenibilidad de sus cuentas, las consecuencias se sentirán en la próxima década.
Por increíble que parezca, para la economía mundial preocupa más que Colombia tenga una deuda de 70% de su PIB a que Japón llegue al 250% de su propia economía.