La inflación en prácticamente todo el mundo está presentando un aumento que no desacelera. Un ejemplo de ello lo marcó ayer Estados Unidos, que lejos de las previsiones de algunos analistas de que para junio ya iba a presentar un descenso, pues se esperaba que el pico por el efecto estadístico del 2020 se marcara en mayo, en el sexto mes del año volvió a incrementarse hasta 5,4 por ciento.
Esto supone que no solo el dato superó los pronósticos, sino que es el avance del IPC más elevado que se ha presentado en la economía estadounidense desde hace 13 años, lo que una vez más incrementa la presión sobre la Reserva Federal para conocer si tomará medidas para frenar esta escalada.
Pero este no es un efecto solo de Estados Unidos, y Latinoamérica es otra prueba de ello, pues en el último mes Brasil incrementó su inflación hasta el 8,35 por ciento y México hasta superar el 6 por ciento. Esto hizo que el gigante suramericano ya haya ejecutado tres alzas de sus tipos de interés hasta los niveles prepandemia. Es más, en el último incremento subió la tasa de intervención 75 puntos básicos para frenar la escalada de la inflación.
En esta línea, un reciente informe del Instituto de Finanzas Internacionales analiza la situación de la región frente al alza de la inflación y apunta que los mayores precios de commodities, las disrupciones en las cadenas de suministro y la recuperación económica han reducido rápidamente el margen para posponer la normalización de política monetaria, y que pronto más bancos centrales tendrán que ejecutar medidas más estrictas.
Colombia está lejos de los datos de México, Brasil o EE. UU., pero ante un alza que no para, ¿cuánto margen tendrá el Banco de la República para actuar?
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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