Las últimas semanas han tenido un marcado descenso en los indicadores de la pandemia del coronavirus desde los altos niveles del tercer pico de contagios. El viernes pasado Colombia registró el número más bajo de muertes por covid-19 en lo corrido de este año. De los más de 25 mil casos diarios entre finales de mayo y principios de julio, la curva ha bajado drásticamente a menos de dos mil.
No obstante, las autoridades sanitarias ya están avizorando la llegada de un cuarto pico de contagios a mediados de octubre próximo. Varios factores influirán en la intensidad y duración de esta nueva oleada de casos como la población ya inmunizada dentro del plan nacional de vacunación, la expansión de las variantes delta y mu, detectada en Colombia, y las medidas de protección y autocuidado en medio de la reapertura casi total de las actividades productivas.
Desde el frente económico las expectativas de un cuarto pico integran el conjunto de incertidumbres que podrían, de ser una ola severa de contagios, aplicar algún freno al positivo ritmo de reactivación. Por ejemplo, la propagación de la variante delta en Estados Unidos se tradujo en una baja en el ritmo de la recuperación de los puestos de trabajo y en la Unión Europea también está generando un freno en las perspectivas económicas.
Además de no bajar la guardia en las medidas de cuidado ante la sensación de seguridad que traen las vacunas, es necesario que el Gobierno vuelva a elevar la velocidad de la inmunización en el país. Aún existe alrededor de un 30 por ciento de la población entre los 50 y 59 años de edad y un 53 por ciento de la de entre 40 y 49 años sin ninguna dosis aplicada. Estos podrían ser los colombianos a los que este cuarto pico que se viene golpeará con mayor dureza. No queda más que reforzar la preparación colectiva mediante más vacunas a quienes faltan y a los jóvenes, mantener el cuidado, hacer cumplir los protocolos de bioseguridad en la reapertura y robustecer las pruebas y rastreos de Prass.
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