La controversia existente sobre el estado del sector inmobiliario no tiene un enfoque objetivo. Es importante hablar con sinceridad sobre el momento que vive el ramo. No hay duda de que el sector financiero o Camacol prefieren mostrar un paciente aliviado, o, en su defecto, informar que los medicamentos le están haciendo los efectos esperados y que la reacción hasta el momento es positiva.
Ser el sector mimado de la economía lo lleva a conductas caprichosas. Consentir la idea de que es el ramo en el cual se produce el mayor número de empleos, es descuidar el conglomerado de otras actividades que tienen un comportamiento menor, pero constante y leal al Producto Interno Bruto (PIB). Es indispensable una limpieza y tratar al paciente considerando sus reales dolencias.
Hace un par de años se habló de la burbuja inmobiliaria. Pero realmente era tratada con timidez. Incluso, en ocasiones existía la percepción de prohibición y, por lo tanto, muchos se abstenían de hablar del tema.
Actualmente, las cifras indican que el PIB del sector durante el 2017 tomó el camino de la pendiente negativa y en porcentajes que no se han visto durante los últimos años. Los saldos del capital de la cartera, en términos nominales, tuvieron incrementos, aunque menores con respecto a los años pasados, y ello se observa en las variaciones de un año a otro. Estas indican que esos saldos han disminuido, y en ese sentido representa la timidez del sector financiero ante el riesgo. Paralelo a ello, la cartera hipotecaria se ha incremento y los saldos de cartera titularizada igualmente. Como consecuencia de de lo anterior, las cuotas vencidas también han disminuido, en razón al saneamiento contable que se viene haciendo con las titularizaciones.
El mencionado contexto finalmente se ve reflejado en el índice de precios del sector. El resultado es la disminución y consecuente estabilización de precios. He aquí el efecto de las dinámicas naturales del mercado a través de la oferta y la demanda. El medio siente que el aire se le ha ido agotando. Por otro lado, no han faltado los médicos que, usando todos los tratamientos, quieren mantener el índice de precios en los niveles que se produjeron en años anteriores, los cuales llegaron hasta 19 puntos. Al cierre del 2017 han aterrizado a un número índice de 6,4.
Por el bien del sector y por los impactos que puede producir en la salud de la economía, es mejor mirarlo como debe ser y dejar que su dinámica llegue a la realidad correspondiente. Lo contrario es asfixiar recursos del sector financiero en una actividad económica que debería ir acorde con la realidad del país, con los estándares de productividad ciertos y, por su puesto, con el horizonte de ingresos del grueso de la población.