Necesitamos alejarnos de la absurda y destructiva idea de la guerra (por el talento, entre otras), que insinúa antagonistas e implica víctimas, y acercarnos a la figura del héroe empresarial y social.
Evoco este arquetipo, pues modela ficciones y personajes que representan hazañas e inspiran una variedad de atributos que reconocemos dignos de elogio e imitación.
De hecho, es importante distinguir y destacar a los héroes reales, que no son sobrenaturales ni poseen súperpoderes, pero ejercen una misión que parece estar en vías de extinción: ser humanos y asumir liderazgo, un desafío que implica un proceso en el cual somos escultores de nosotros mismos, conscientes de que un buen propósito siempre puede evolucionar.
Personajes sensibles a las necesidades de su entorno.
Maestros y aprendices liberados de esa mentalidad conformista, resignada ante las creencias y rutinas obsoletas.
Emprendedores que trascienden del discurso y renuncian a la idea de hacer cosas destinadas al olvido.
Seres que demuestran ética, vocación de servicio y compromiso con el desarrollo de nuevos líderes para consolidar masa crítica: sostenible.
Genios visionarios y optimistas que anticipan los problemas y oportunidades de su época; aquellos que descifran acertijos, resuelven paradojas y, con aparente locura, desafían los supuestos establecidos –aparentemente obvios e incuestionables– en su noble intento por descubrir alternativas para superar las recurrentes anomalías sociales.
Exploradores motivados por esa aventura del cambio propositivo que los expone ante episodios de fracaso o rechazo, en los que protagonizan juicios solitarios, condenados por antifaces que ocultan falsos valores, saboteados por quienes manipulan el sentido de su misión.
Así, sujetos de encrucijadas, penitencias y sacrificios, tan vulnerables a los contrastes que nos hacen más humanos, estos héroes invisibles logran su objetivo y –dejando de ser indispensables– asumen el riesgo de ser únicamente reconocidos ante la urgencia o la conveniencia.
Dilemas que condicionan y sobrepasan aquello que las empresas y la sociedad pueden manejar (o están dispuestas a potenciar), por lo que estos nómadas transitan diferentes estaciones para multiplicar su legado, sin desconocer sus sombras y errores, pues aceptar exclusivamente la parcialidad favorable de sus cuentos los idealizaría, distorsionando sus aspiraciones y frustrando nuestras expectativas, como sucede con tantos procesos de (s)elección.
Con este posible desenlace, algunos se vincularán al reino del statu quo para convertirse en los favoritos del poderoso Olimpo directivo: corrompiendo su ideario, deshumanizando su estilo o desistiendo de su misión.
Pero los verdaderos héroes representan un alter ego que propicia la construcción de confianza, estimula lo mejor de las personas y facilita la transformación de tantos patrones improductivos: simplificando e integrando, pacificando y revitalizando.
Entonces, necesitamos que respondan al llamado de los más necesitados, en un escenario de reconciliación y reconstrucción: nuestros colegios, pymes, ONG y estatales, ya que muchos de los mejores solo se han dejado seducir por el canto de los headhunters, y capturar por las multinacionales. Héroes empresariales y sociales que fortalezcan el sistema inmunológico de nuestra sociedad, contagiada por la esperanza renovada de recorrer el camino de la guerra hacia la paz, de la crisis hacia la prosperidad.
Germán E. Vargas G
Catedrático