La pirinola de las vías de hecho reduce el juego a nadie pone y todos pierden; el costo de haber superado el paro de maestros, entre promesas e intrigas políticas, y chismes sobre salarios más beneficios, es que no se resolvieron problemas estructurales. Entre tanto protagonismo, nadie recordó hablar de educación. Menos aún de procesos de aprendizaje.
En contexto, lamento actores que no fueron conscientes de su guión o deshonraron aquello que legitima su labor. Por ejemplo, las perogrulladas periodísticas que recitan de memoria preguntas estándar, sin intentar comprender la situación, porque cada día repite algún afán; una crisis de pedagogía que desde los medios requiere reflexión. Familias que ignoran su responsabilidad en el ciclo formativo. Sindicatos que desorientan a sus afiliados. Directivos más enfocados en registrar alumnos (cobertura), que en gestionar recursos pedagógicos, mientras la infraestructura refleja junglas de concreto con dificultades de convivencia y hacinamiento. Y una Ministra que demostró desconocimiento de gestión estratégica de talento (humano).
Fecode se ancló en la discusión de salario fijo, argumentando (con justicia) dilaciones en incrementos; sin embargo, se perdió en las objeciones presentadas ante la evaluación de escalafón, aferrándose a criterios obsoletos como la antigüedad y la formación académica: vestigio sindical o derecho adquirido por la promoción automática de estudiantes. Sin autoridad moral, desvirtuados los incentivos, es importante distinguir desempeño por competencias y pagos variables por resultados. No obstante, la evaluación ha estado centrada en contenidos como mecanismo de promoción: una confusión equivalente a la diferencia entre aprender a aprender (y enseñar) versus prepararse para resolver un test.
En poco tiempo iniciará una ‘comisión’ la perfilación de las visitas de pares; apelo a integrar la evaluación de los estudiantes, e implementar valoraciones vocacionales, de competencias de liderazgo y valores, para mejorar integralmente comportamientos y destrezas.
En la práctica, fortalecer los programas de educación donde se forman futuros profesores, pues están debajo del promedio en las pruebas Saber Pro, y mejorar el proceso de reclutamiento. Habilitar espacios que trasciendan del aula, para trabajo colaborativo con otros profesores y preparar clases.
Finalmente, invertir en desarrollo, reconocimientos, bienestar y ambiente laboral es esencial. Entonces, propongo participar en ejercicios de referenciación como Teacher Status Index, en el que se compara la percepción del docente ante otras profesiones y la confianza hacia el sistema educativo, procurando superar creencias como que la educación es un privilegio y no un derecho, y que la docencia es un sacrificio, no una oportunidad.
En este sentido, la negociación con Fecode y el Plan Nacional de Desarrollo, construido sobre pilares como equidad y educación, debió atender las diferencias salariales entre los docentes vinculados al Decreto 2277 y al 1278, estos últimos afectados por una estructura que se adapta mejor a los apáticos, e ignora a aquellos con alto potencial.
Necesitamos profesores capacitados y motivados que contagien a sus estudiantes, en jornadas extendidas dedicadas a refuerzos y actividades extracurriculares. Colombia no debe priorizar ser la más, sino la mejor educada.
Germán Eduardo Vargas G.
Catedrático